Eres insaciable
>>Capítulo dedicado a todas las lectoras, muchísimas gracias.<<
Ahí estábamos los dos, uno
enfrente del otro, iluminados por la débil luz de las velas. Nerviosos, muy
nerviosos, para qué mentir. Pero muy seguros de lo que estábamos haciendo,
jamás había estado tan decidida en la vida. Justin me sonrió para luego besar
mi frente, eso es amor y lo demás son tonterías. Le devolví el gesto apegándome
más a él.
Mi novio acabó de bajarme la
cremallera del vestido, éste sin esfuerzo alguno se deslizó por mis caderas
hasta llegar al suelo. Con la ayuda de Justin salí de él. Y ahí estaba yo, con
mi mejor ropa interior y con mis taconazos puestos. Me sentía una modelo de
ropa interior y hacía sentirme contras cosas no muy cómodas, así que me los
quité y delicadamente los dejé en el suelo. Vaya, ahora era más baja que
Justin. De vuelta a la normalidad
pensé.
—
Eres perfecta. —dijo observándome— soy un chico con
suerte. —dejó un rastro de besos mojados sobre mis hombros desnudos.
—
No sé quién tiene más suerte, si tú por tenerme a mí o yo
por tenerte a ti. —cerré los ojos mientras dejaba que Justin me siguiese
besando.
Me aferré a sus hombros y deslicé
su americana por sus brazos ahora musculados. Justin la tiró al suelo tal cual,
los nervios se me iban pasando, estábamos más tranquilos, más cómodos. Cogí su
camiseta y se la fui levantando lentamente, Justin me ayudó levantando sus
brazos y acabándosela de quitar él. Una prenda más para el suelo, ya sólo
quedaban seis. Él mismo se quitó los zapatos y los calcetines. Sólo cuatro.
Acaricié sus abdominales, subí hasta sus hombros, los besé hasta llegar a su
cuello. Justin se retorció de placer e instintivamente me tiró a la cama con
delicadeza. Antes de venir a mí apagó las velas, dejando la habitación
iluminada por los débiles rayos de luz de la luna. Se veía lo suficiente para
vernos entre los dos.
Me incorporé a la cama para
acabar de desvestir a Justin. Desabroché el botón de su pantalón y bajé su
cremallera con delicadeza. Me aferré a su cintura y lo miré. Éste me miraba con
los ojos muy abiertos, oscuros por el deseo, por la lujuria del momento. Me
relamí los labios y mientras que deslizaba con dificultad sus pantalones por
sus piernas fui dejando un rastro de besos mojados por su barriga.
—
_____, me estás volviendo loco. —dijo peinándose el pelo
hacía atrás.
Le sonreí satisfecha, eso era lo
que pretendía. Precipitadamente Justin acabó de quitarse sus pantalones. Los
dos en ropa interior y sólo tres prendas. Me estiré en la cama a la misma vez
que Justin iba colocándose encima de mí. Se inclinó para poder besar mejor mis
labios, introdujo su lengua en mi boca buscando la mía para lidiar una nueva
guerra. Besos, caricias, bocados cariñosos, placer.
Justin fue dejando un rastro de
besos por todo mi cuerpo, mi cuello, mis hombros, mis pechos. Ahí se detuvo
para quitarme el sostén, me incorporé a su cuerpo para facilitarle el trabajo,
le costó un poco pero lo consiguió. Me libré de la prenda tirándola al suelo,
como había hecho con todas las otras. Justin siguió con su besuqueo, al llegar
a la barriga no pude evitar gemir de placer. Me aferré a su pelo y cerré los
ojos.
—
Justin, me estás volviendo loca. —dije con una
respiración entre cortada.
Sonrió satisfecho, vaya, me la
había devuelto. Reí negando con la cabeza. Esto tenía que acabar ya, o empezar,
depende del punto de vista en que lo mires. Besé el torso de Justin, lamí su
cuello, sus abdominales, hasta que perdió el control. Suave pero
desesperadamente me quitó la única pieza de ropa interior que me quedaba,
dejándome desnuda al completo para luego hacer lo mismo con él.
Totalmente desnudos. No había
vuelta atrás, tampoco quería que la hubiese. Extendí mi mano hasta la mesita de
noche donde aún yacía el paquete de preservativos intacto. Lo abrí
desesperadamente y saqué uno de los envoltorios azules del paquete. Mis manos
me temblaban y notaba que las de Justin también. Besó mi frente para brindarme
la seguridad que ni el mismo tenía. Asentí con una tímida sonrisa y rasgué el
envoltorio para sacar el viscoso preservativo. Lo introduje en la zona
requerida y me dejé caer en la cama. Justin delicadamente abrió mis piernas. Me
miró buscando mi aprobación asentí con otra sonrisa.
Justin lenta y delicadamente se
colocó dentro de mí. Un terrible dolor se apoderó de todo mi cuerpo haciendo
que cerrara los ojos con fuerza y me agarrase a los hombros de Justin. Se movió
una vez. Más dolor. Ese maldito y horrible dolor. Inconscientemente clavé mis
uñas en los hombros de Justin debido al dolor.
—
Lo siento muchísimo cielo. —besó mi frente— ¿Quieres que
pare? ¿Estás bien? ¿Te duele mucho?
—
Tranquilo. —abrí los ojos encontrándome su mirada ahora
preocupada. Se movió una vez más y yo volví a clavar una vez más mis uñas en su
piel. Justin paró de nuevo— Justin, sigue. Es normal.
—
No puedo hacerte daño. —besó mis labios.
—
Algún día me lo tendrías que hacer, sino, ¿cómo íbamos a
tener hijos? —reí mientras le devolvía el beso.
Biebs me hizo caso y siguió
moviéndose dentro de mí. Sus movimientos a pesar de ser cuidadosos y lentos
eran dolorosos, muy dolorosos. Creía que ese dolor jamás se aliviaría, que
seguiría ahí evitándome disfrutar de ese placer. Y así lo hizo, pero para mi
suerte sólo unos minutos más.
Ahora ya no cerraba los ojos por
el dolor, si no por el placer. Respiraba con dificultad, mi respiración ahora
era entrecortada, parecía que me iba a ahogar por todo ese placer. Entreabrí la
boca para respirar mejor, pero era imposible. Las embestidas de Justin habían
subido el ritmo provocándome más placer aún.
—
Justin. —gemí clavando mis uñas en su espalda.
—
¿Qué… pasa? —dijo con dificultad pensando en que me había hecho daño.
—
Te quiero, sigue.
No contestó a mi te quiero y siguió su ritmo. Así que
entre besos, caricias, mordiscos, gemidos, gritos, placer, sudor y el ruido de
la cama al pegar contra la pared pasamos esa increíble y mágica noche. Por fin
unidos en cuerpo y alma.
—
No me lo puedo creer. —dijo Justin descansando en mi
pecho con la respiración entrecortada— ¿nos hemos perdido esto durante tanto
tiempo?
—
¡Justin! —reí
acariciando su pelo— eras tú que querías esperar.
—
Y ha sido la mejor noche de mi vida. —besó mi barriga—
gracias.
—
Gracias a ti. —besé su nuca.
—
Jamás olvidaré esto, eres tan…
—
Especial. —dijimos los dos a la vez— te amo. —volvimos a
decir al unísono— ¡para de hacer eso! —reímos los dos— patata. —lo miré con
cara de, wtf? ¿cómo sabía que iba a decir eso? —swag. —dios que pesadilla, ¿por
qué lo decíamos todo a la vez?
—
Unos cuantos chinos han muerto. —reí.
—
¿Dormimos? — se giró para mirarme.
—
¿Repetimos? — relamí mis labios haciendo que a Justin se
le fuese todo ese sueño.
***
Abrí un ojo, algo me había
despertado. Pronto descubrí que habían sido los rayos de sol que entraban por
la ventana de la habitación y mi falta de sueño. Froté mis ojos aún algo
adormilados y pronto me di cuenta que descansaba en el pecho de Justin
totalmente desnudo, al igual que yo. Poco a poco recordé todo lo que sucedió
anoche, fue increíble, mágico, la mejor noche de mi vida.
Me removí incómoda en la cama
intentando no despertar a Justin, necesitaba una ducha, estaba sudada y algo
dolorida, así que no me vendría nada mal. Me incorporé a la cama con cuidado,
intentando no despertar a Justin pero siempre lo acababa despertando.
—
¿Dónde crees que vas? —sentí como sus manos tiraban de mi
cintura haciendo que cayese de nuevo en la cama— no te vas a escapar tan rápido
de mí.
—
¡Justin! —reí— no pretendía escaparme idiota.
—
¿Cómo ha dormido mi princesa? —besó mi cabello
seguidamente.
—
Mejor que nunca. —me sonrojé al pensar todo lo de anoche—
¿y mi rey?
—
Como un bebé. —se relamió los labios— me parece
increíble.
—
¿El qué? —pregunté confusa.
—
Todo lo que pasó anoche. —colocó un mechón de mi pelo
detrás de la oreja.
—
Me alegra que hayas sido el primero, siempre te recordaré
por algo especial. —besé su barbilla.
—
Eres mía y sólo mía y siempre será así. —sacó su lado
posesivo.
—
¿Toda la vida? —pregunté incrédula.
—
Incluso después de la muerte. —se puso serio.
—
Eso es mucho tiempo. —reí.
—
Todo el que quiero pasar a tu lado.
Estuvimos un rato más hablando de
todo lo que pasó anoche y empezamos a ilusionarnos, empezamos a imaginarnos
nuestro futuro. Los viajes que haríamos, los hijos que tendríamos, como se
llamarían, dónde nos casaríamos, dónde viviríamos y ciento de cosas más, hasta
que nos picó el hambre y fuimos a desayunar, no sin antes ducharnos… juntos.
Claro está, eso se estaba convirtiendo en una costumbre.
—
¿Vemos la tele? —se tiró Justin al sofá.
—
¿Mientras tonteamos? —me tiré encima de él.
—
¡____! —se quejó— infantil.
—
¿Perdona? —le miré sorprendida— habló el señor del pijama
de Tortugas Ninjas y Mario Bross.
—
Calla y mira la tele. —rio besándome.
Cambiamos de canal varias veces
hasta encontrar uno de cotilleo. Famosos. Aunque no nos gustaba ser captados
por las cámaras solíamos ver programas de esos. No por nada en especial, sólo
para estar informados y para saber si salía algo de nosotros. Y efectivamente
salió. Hablaron de nuestra estancia en Paris, salieron fotos de nosotros a de
ayer por la noche. Yo dándole el reloj a Justin, caminando hacía la Torre
Eiffel, etc. Decían cosas buenas en general, así que a pesar de nuestra poca
vida privada estábamos contentos.
Pasamos lo que quedaba de mañana sin
hacer gran cosa, estábamos cansados, demasiado cansados. Así que estar en el
sofá haciendo zapping era un buen plan. Total, ya nos habíamos recorrido todo
Paris no nos quedaba mucho más por ver. Pero por la tarde Justin recibió una
llamada, alguien desconocido para mí le invitó a pasar la tarde jugando al golf
y el aceptó. Sin tener en cuenta de que yo no tenía ni idea de jugar al golf.
—
Date prisa. —me volvió a repetir Justin.
—
¿Cómo se supone que me he de vestir para jugar al golf? —le
volví a repetir yo— enserio, no tengo ni idea de ese juego.
—
Ya aprenderás. —dijo abrochándose sus Supras— no te cuesta
mucho aprender cosas nuevas. —se dirigió mi maleta y me sacó ropa— ahora, date
prisa. —besó mis labios.
—
A la orden Bieber. —rodeé los ojos.
Me puse lo que me había sacado,
era ropa de verano y estábamos en pleno invierno, que chico. Me miré de arriba
abajo en el espejo y luego lo miré a él, mal. La ropa era genial, si estuviésemos
en verano, claro.
—
No me
mires así, hoy hace sol. —se encogió de hombros—
además el campo de golf está dentro de una casa, es privado, tendrás todo lo
que necesites.
—
¿Es cubierto? —pregunté asombrada.
—
¡No boba! —se echó a reír.
—
¿Qué? Podría ser. —seguí sus risas, pensándolo bien era
un poco estúpido.
—
¿Vamos? —me tendió la mano.
—
¡Sí! —contesté entusiasmada.
Cogimos un taxi el cual nos llevaría a casa de ese
tal empresario. Justin lo conocía, yo no. Debía ser muy rico para tener un
campo de golf en su casa, ¿quién leches tiene un campo de golf en su casa? Son
enormes.
Al salir del hotel nos encontramos a un montón de
fans esperándonos en la entrada, dios, eso se estaba volviendo un descontrol,
medio Paris, por no decir todo sabía que estábamos ahí y encima, sin seguridad.
Corrimos entre las fans y entramos al taxi que nos esperaba fuera. Intentó
arrancar pero había demasiadas fans alrededor. Debo de reconocer que era
gracioso. Todas corrían detrás del taxi, al lado, delante, por todas partes.
Reí junto a Justin mientras las grabábamos.
—
Las
amo. —bajé la ventanilla mientras sacaba la
cabeza por ella— ¡Justin y yo os queremos! —les grité saludándolas.
El taxista estaba flipado. No sé si era por el
hecho de que dos de los famosos más codiciados en estos momentos estaban dentro
de su taxi o porque simplemente no tenía ni idea de quien éramos y no tenía ni
idea de lo que estaba pasando. El caso es que nos llevó a casa del empresario
en menos de lo pensado.
El hombre era muy simpático, no dejaba de hacer
cumplidos a la pareja que hacíamos. También era la mar de amable. Tenía dos
hijos, un chico y una chica y eran fans nuestros. Unos amores. Charlie, así era
el nombre del empresario, nos mostró su casa, bueno su mansión. Era enorme, yo
quería tener una así dentro de unos años. Después de enseñarnos su ‘humilde’
morada, nos invitó a merendar para que un jugásemos con el estómago vacío.
—
Es
muy amable por su parte tomarse todas estas molestias Charlie. —le sonreí amablemente mientras cargaba mis palos de
golf y me ponía bien los guantes.
—
Siempre es un placer tener a Justin por aquí. —me
devolvió la sonrisa— y háblame de tú.
—
¿Empezamos? —preguntó ansioso Justin.
—
No sé jugar. —avisé.
—
Tú sólo dale a la pelota. —me instruyó Justin.
—
Gran ayuda. —alcé los pulgares.
Empezamos a jugar. No tenía ni puñetera idea, sólo
le daba a la pelota con todas mis fuerzas esperando a mandarla bien lejos. El
primer intento, fallido. Ni siquiera rocé la pelota. Segundo intento, lo mismo,
hasta llegar al sexto sin haber tocado la pelota. Fulminé a Justin con la
mirada, se estaba meando de la risa. Ni siquiera había tenido el detalle de
venir a enseñarme como leches se tocaba la pelota.
—
¿Te
ayudo? — un atractivo chico me brindó su ayuda.
—
Ah…—pensé. Ocasión perfecta para poner a Justin celoso—
sí, soy algo nueva en esta. —retiré el pelo de mi cara y sonreí tímidamente.
—
Mira, debes poner la espalda recta. —posicionó su mano
sobre mi espalda haciendo que cobrara la postura— las piernas rectas. —juntó
mis piernas— y sacar cintura. —agarró mi cintura haciendo que sacase culo—
perfecta.
—
Gracias. —me ruboricé. ‘Espero que Justin lo haya visto’.
Tomé impulso con el palo de golf y golpeé la
pelota con todas mis fuerzas. Pronto se volvió un punto diminuto adentrándose por
el gran campo de golf. Sonreí victoriosa marcándome un bailecito que hizo reír
a todo el mundo menos a Justino, estaba celoso.
Subimos todos al carrito de golf para ir hasta las
pelotas y así poder seguir jugando. Pero misteriosamente las bolsas con los
palos de golf se fueron desprendiendo del carrito. Las únicas que quedaron en
pie fueron la mía y la de Justin. Los otros tuvieron que bajar a recogerlas mientras
que a mí me dejaban conduciendo el carrito. Esto tenía que ver con Justin.
—
Justin. —me eché a reír.
—
Qué. —dijo borde.
—
Ok. —le miré mal.
—
Pues vale. —puso los ojos en blanco.
—
Dios. —aceleré.
—
Uh, la chica está enfadada y acelera. —dijo con sarcasmo.
—
¿Perdona? —le fulminé con la mirada— ¿qué problema
tienes?
—
Ese tío. —alzó la voz— ya te ha tocado lo suficiente, ¿no
crees?
—
Yo creo que no. —le sonreí falsamente.
—
Fresca.
—
Mujeriego.
—
Pene corto. —mentí.
—
Tabla de planchar.
—
Que te den.
—
Que te follen.
—
Tu no por favor.
Seguimos en silencio, nos habíamos pasado los dos.
Me había llamado fresca y tabla de planchar, le hubiese pegado un derechazo si
no hubiese sabido que no lo decía enserio. Puse los ojos en blanco y frené,
seguiría andando, demasiada tensión entre nosotros.
Seguimos jugando, sin dirigirnos la palabra. Cada
vez que nos dirigíamos a algún hoyo las bolsas con los palos de golf volvían a
caer, debo reconocer que hacía muchísima gracia, demasiada. Al llegar a los
hoyos finales se desataron dos bolsas más, la mía y la de Justin. Le habían
devuelto la broma a Justin pagando por ello yo también. Lo mejor de todo es que
se fueron rodando colina abajo, y estaban a punto de caerse en una zanca llena
de agua. Al ver eso nos echamos a correr.
Ese era un buen momento para arreglarlo con Justin,
así que sin pensármelo dos veces me tiré encima de él haciendo que cayésemos al
suelo y empezásemos a rodar por la empinada colina. Estallamos a carcajadas en
unos pocos segundos, sabía que lo arreglaríamos pronto. Justin me fue besando
mientras rodábamos colina abajo mientras yo le hacía cosquillas por todas
partes.
—
¡____,
sabes que la venganza será peor! —estalló a
carcajadas.
—
No me importa. —evité sus besos.
—
Encima me haces la cobra.
—
¡Oh, sí! Le he hecho la cobra al gran Justin Bieber.
—
Ayer no te podías resistir a mí.
—
¡Idiota! —le pegué mientras me levantaba del frío césped.
Él se levantó también, se acercó poco a poco a mí
y me cogió de la cintura para apegarme más a él. Me aferré a su cuello y empecé
un beso. Fuimos enredando nuestras lenguas, parecían polos opuestos, cuando una
iba para la izquierda otra iba para derecha. Nos estuvimos así un buen rato,
hasta quedarnos sin aire. Biebs me dio un pico y me agarró del trasero para
pegarme más contra él, tanto que llegué a sentir su erección.
—
Houston
tenemos un problema. —hizo broma.
—
Madre mía, esto lo debemos arreglar. —sonreí pícaramente.
—
¿En el hotel?
—
¿Ducha de agua caliente?
—
Suena perfecto, ¿vamos?
—
¡Justin!—estallé a carcajadas— aún no hemos acabado el
juego, vamos.
A duras penas me hizo caso, recogimos nuestras
bolsas y fuimos caminando hasta el último hoyo que era donde nos esperaban
todos. Estábamos tardando lo nuestro, eso les pasaba por gastar bromas. Además
a mí, que no había hecho nada. Pero me suponía quién había sido así que dulce
venganza.
—
Cariño. —llamó mi atención Justin.
—
¿Sí?
—
¿Enserio crees que tengo el pene corto? —me preguntó
confuso.
—
¿CORTO? —estallé a carcajadas. Se lo había creído— es el
más grande que he visto en mi vida. —dije sin contemplaciones.
—
¿Has visto más penes? —preguntó extrañado.
—
Eh… no. —me ruboricé— claro que no, pero joder Justin, es
grande y punto. No puedes tener complejo— madre de Dios, si mi padre me viese
hablar así.
—
¿Y lo hago mal? —se refirió al sexo.
—
No Justin, no. —estallé a carcajadas— lo he dicho para
picarte.
—
Así que soy un Dios de…
—
Tampoco nos motivemos, eh. —le corté cariñosamente el
rollo— y yo, ¿soy una tabla de planchar?
—
¡No! —gritó— por dios, que cosas digo a veces. Tus curvas
son perfectas. Noventa, sesenta, noventa.
—
Idiota. —reí mientras besaba sus labios cariñosamente.
Al fin llegamos al último hoyo,
había estado jugando muy bien, sólo que veía difícil ganar, por no decir
imposible. Pero al final acabé ganando, con trampas claro, las mismas que
habían hecho ellos al tirarme la bolsa de los palos. Todos se habían dado cuenta pero yo estaba tan feliz
por haber ganado que no me importaba que se hubiesen enterado.
Al acabar de jugar le agradecimos
a Charlie todo lo que había hecho por nosotros. Nos lo habíamos pasado genial y
no dudaríamos en volver a repetir al volver a Paris.
—
Has hecho trampas. —se quejó Justin por no haber ganado.
—
Bueno. —me encogí de hombros— he ganado.
—
Con trampas.
—
Oye, que sólo he movido la pelota dentro del último hoyo,
no es para tanto. —reí.
—
¡No, que va! — puso los ojos en blanco.
—
¿Por qué estamos hablando de esto en la ducha? —le
pregunté mientras le frotaba la espalda.
—
Eso me preguntaba yo. —se giró hacia mí y agarró mi
cintura.
—
Eres insaciable Bieber. —besé la punta de su nariz mientras me subía a su cintura
colocándome dentro de él.
—
Te
amo ____ ____.
______________________________
Hola delfines saltarines. Pues aquí tenéis el
capítulo. Tardo lo mío en subir, pero entre las fiestas, la piscina, dormir y
otras cosas, estoy liada. Mala excusa lo sé. Pero, ahora creo que sí, que sí.
Haré maratón. Rezad y cruzad los dedos para que así sea.
Debo reconocer que me daba algo de miedo escribir
el capítulo ya que no sé como reaccionares por lo del serso y tal JAJAJAJA,
espero que os guste.
Y nada, dar la bienvenida a todas las nuevas
lectoras, espero que os esté gustando la novela. Por cierto chicas, me gustaría
que dejarais el nombre de algún famoso que os gustaría que apareciese tengo que
introducir un nuevo personaje y quiero que deis opiniones. Así que comentad
muchísimo y opinad sobre quien os gustaría que fuese. Besos, os quiero.