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martes, 24 de diciembre de 2013

Nothing like us {63}

Quédate aquí para siempre
—     Unas semanas después –

Habíamos pasado una Navidad increíble. A pesar de todo, nuestras vacaciones acabaron por ser perfectas, pasamos fin de año en Nueva York, en Times Square. Actuamos para miles de personas y millones nos veían en la tele y al final acabamos por ver la gran bola bajar. Fue increíble pero por desgracia la Navidad había acabado y con ella nuestras vacaciones. Así que volvimos a Atlanta. Yo debía continuar con mi disco y mis estudios y Justin debía continuar con Believe Tour, aunque por suerte a él aun le quedaba una semana de descanso. Bueno, un descanso relativo, la frase correcta sería una semana de descanso de Belive Tour, no sé si me explico. A pesar de hacer una pequeña pausa en su gira, Justin no paraba, entre ensayar para el tour, ir al estudio y unas cuantas cosas más le costaba sacar tiempo para mí, así que no nos solíamos ver mucho. Pero es normal, le comprendo. Mientras yo, solía pasar los días en el estudio, con Caitlin o con mi hermano. Bueno y cuando podía con Justin.

Caitlin, mi mejor a miga, y Carly, otra de mis mejores amigas, habían venido a casa para pasar el día. Justin estaba ensayando con el Team y yo tenía el día libre, a no ser que Alice me llamase para nuevos planes.


—     Y tú _____, ¿con quién irás al baile de final de curso? –me preguntó la chica pelinegra de ojos verdes, Carly.
—     Oh vamos, ¿enserio estáis pensando en eso? Queda medio curso. –me dejé caer en la cama, no quería pensar en eso ahora.
—     Es el momento más importante de este curso ____. Es nuestro último año. Nos hemos pasado la vida aquí y después de esa noche todo habrá acabado. Cada uno tomará un camino y todos nos separaremos, algunos no nos volveremos a ver más y… -Caitlin intentó captar mi atención por el tema.
—     Me muero de ganas por ir, pero ni si quiera sé si podré acabar el curso aquí. –ni si quiera sabía si podría acabar el curso en general.
—     Sabes que puedes compaginar perfectamente tu carrera musical con los estudios, lo has hecho hasta ahora. –me animó la pelinegra.
—     No es eso. –me removí incómoda en el colchón.
—     ¿Justin? –adivinó Cait.
—     Insiste en que forme parte del Tour. –suspiré indecisa- y no sé.
—     ¿Tu padre? –encertó de pleno Carly.
—     Bingo. –me incorporé a la cama nerviosa- sólo queda una semana y todo está preparado y organizado para que vaya con él, absolutamente todo…
—     Menos la aprobación de tu padre. –volvió a acabar mi frase la castaña de ojos azules.
—     Ajá. –miré apenada a mis amigas- sé que es muy difícil para mi padre. –me levanté de la cama, me ponía de los nervios hablar de este tema- tendré que acabar los estudios de gira, estaré lejos de él y de mi hermano durante meses, cada vez me uniré más a Justin y cada vez me separaré más de ellos y ya perdió a mamá hace unos años y mi ida no ayuda mucho a darle ánimos.
—     Es normal melona. –intentó tranquilizarme Cait- yo tampoco quiero que te vayas.
—     Ni yo. –se unió a las caras largas Carly.
—     No voy a tener una oportunidad igual en la vida. –me convencí a mí misma- además me volvería loca sin ver a Justin.
—     No hace falta que lo jures. –rieron mis amigas- pero serían muchas horas al día juntos y durante muchos meses, ¿no tienes miedo?
—     Lo he pensado, sé que tendremos nuestras peleas, pero es imposible que nos cansemos el uno del otro.
—     Uy… -mis dos amigas se miraron entre ellas- apuesto cincuenta dólares a que se queda embarazada a los dos meses de tour. –carcajeó Carly.
—     Cien a que se queda embarazada de aquí unos seis meses. –Caitlin se abalanzó contra mí haciéndome reír ante sus macabras ideas.
—     ¿Por quién nos tomáis? –escuché la dulce voz de Justin detrás de mí.

Me quité de encima a Caitlin tirándola al suelo, por el susto, dejó ir un breve grito que acabó en risas. Abracé a Justin con ganas, no nos habíamos visto en dos días y eso que éramos vecinos, le había echado de menos y tenerlo por casa era toda una alegría además de una novedad. Me dio un leve beso y se separó rápidamente de mí para darme un precioso ramo de rosas rojas. Justin es un cielo, siempre sabe cómo tratarme y no lo digo por los regalos, sino por cómo hace sentirme, es… increíble.

—     Muchas gracias amor. –me puse de puntillas para volver a probar sus labios.
—     Oh, que tiernos. –se enternecieron mis dos amigas.
—     Pensaba que estarías sola. –sonrió Justin algo tímido.
—     Pensaba que estarías en el estudio. –me encogí de hombros.
—     Eh, si queréis nos abrimos. –se hizo la ofendida Caitlin.
—     Que idiota. –rio Justin- sabéis que no nos importa, además en el Tour ya pasaremos mucho tiempo a solas.
—     Ya bueno, de eso tenemos que hablar. –le di unas palmaditas en el hombro.
—     Uh… -le añadieron drama las chicas.
—     ¿Algo va mal? –preguntó con temor.
—     Ah… es complicado. –o tal vez era yo quien complicaba demasiado las cosas.
—     Será mejor que os dejemos solos, es una cosa que debéis hablar en la intimidad. –se levantó del suelo Cait.
—     Tiene razón. –Carly se levantó de la cama.
—     No, no, no, nada de eso. –se negó Justin- vosotras os quedáis aquí.
—     Podemos venir por la tarde o por la noche, enserio. –insistió la pelinegra.
—     Por la tarde queremos ir a patinar con skate. –nos informó Justin.
—     Pues iremos. –se apuntó Cait- pero enserio, ahora preferimos dejaros solos.
—     Sabéis que no estorbáis. –obvié.  
—     Venga ya, seguro que Justin tenía planeado llevarte a algún sitio. –dio por hecho mi mejor amiga.
—     Ah, bueno, si queréis podéis venir. –carcajeó dulcemente Justin.
—     De eso nada, son vuestros planes. –se volvió a negar Caitlin- a las cinco en el las pistas de skate de siempre, ¿no?
—     Es una cabezota, no insistas. –puse los ojos en blanco- ahí nos vemos idiotas.
—     Oye, os estamos haciendo un favor. –rio la pelinegra.
—     A que os margino socialmente. –bromeé.
—     Pues te dejo de seguir en Twitter. –me amenazó Caitlin.
—     Pues te reviento. –me abalancé encima de ella haciendo que cayese de nuevo al suelo.
—     ¡_____ _____! Te quedarás sin estilista como sigas maltratándome te esta manera.-se quejó mi amiga.
—     Aún no he visto ni un mísero trozo de tela diseñado para mí. –me levanté de encima.
—     Prometo tener algo para el fin de semana. –le tendí la mano a mi amiga.
—     ¡Hecho! –la abracé contenta.
—     Nos vemos esta tarde chicos. –se despidió Carly- pasadlo bien y no hagáis marranadas.
—     Capulla. –negué con la cabeza riendo- adiós chicas, nos vemos.
—     Hasta luego preciosas. –se despidió muy sonriente mi novio.

Le di un golpe en las costillas, dulcemente, claro está. Justin, como siempre, exageró el dolor. Se tiró encima de mi cama haciendo ver que le había roto algo y que no podía moverse. A Justin le encanta hacer el payaso, le encanta hacer reír a la gente y eso le hace ser un encanto, tiene un corazón enorme.

—     Necesito un médico. –Bieber empezó a rodar por toda mi cama.
—     Justin acabo de hacer la cama. –intenté no reír mientras me cruzaba de brazos.
—     Un médico. –entre cerró los ojos para simular más dolor- ¿cuela? –abrió uno para ver mi expresión.
—     Definitivamente… no. –carcajeé mientras me tiraba encima de él.
—     De cualquier forma, he conseguido lo que quería. –sonrió pícaramente.
—     ¿Tenerme encima de ti en un intento de aplastarte? –me puse a horcajadas encima de él.
—     No. –posó sus manos en mi cintura- tenerte cerca, hace días que no pasamos tiempo juntos.
—     Tenemos mucho trabajo. –me dejé caer a su lado- estoy a punto de sacar mi primer disco, estoy a punto de ser tu telonera en Believe Tour, estoy a punto de comerme el mundo o comerme el suelo.
—     Cariño, todo depende de los fans, siempre. Y tú les has llegado, tienes unos fans estupendos, entregados y ni si quiera has sacado el disco. –acarició mi pelo dulcemente- imagínate cuando lo saques, romperás récords.
—     No exageres. –reí- además, podría decir que lo que más me preocupa es la gira. –le miré a los ojos- ¿y si mi padre no me deja ir?
—     Te dejará. –besó mi cabello- sino te secuestraré, me da igual. –me hizo reír- no te rías, hablo enserio, te llevaría a la fuerza.
—     Justin no seas animal. –me acurruqué en su pecho para volver a reír- ¿qué te parece si organizamos una cena? Para hablarlo con tranquilidad.
—     Perfecto cielo. –me sonrió- estoy deseando irme de gira contigo.
—     Yo también, te quiero muchísimo. –le abracé con fuerza.
—     Y yo mi vida, y yo.

Nos quedamos un rato ahí, sin cruzar palabra, en silencio y abrazados. Y se estaba bien, era justo lo que necesitaba. Tal vez hacía unos días que no pasábamos tiempo juntos, pero sobraban las palabras. Tan sólo necesitaba su presencia para sentirme bien, sentirme protegida y feliz. Porque en tan sólo un cruce de miradas nos podíamos decir lo que no nos habíamos dicho en días o incluso en semanas. Justin y yo no necesitamos estar siempre hablando para saber lo que piensa el otro, es simplemente el contacto, tanto físicamente como visualmente. Y puedo decir que en un día frio de invierno como ese, los brazos de Justin rodeando mi cuerpo eran la mejor calefacción que se podía tener.

Pero Justin no parecía tener los mismos planes que yo. Por mi parte me hubiese quedado así todo el día, hablando de chorradas, riendo, viendo una peli, y esas mil cosas que se pueden hacer en un día frío de invierno. Bieber tenía hora con su tatuador, sí, quería hacerse otro tatuaje y quería que le acompañase. Y me encantaba la idea. Siempre me han gustado los tatuajes, pero los pequeños, que casi no se ven y con un significado. Yo ni si quiera había visto una aguja, a diferencia de Justin casi tenía todo el brazo tatuado, sumándole otros tatuajes que tiene por el cuerpo.

—     ¿Cuánto tardaremos en llegar? –le pregunté a Justin mientras elegía la ropa que me pondría.
—     Unos diez minutos o cuarto de hora. –se encogió de hombros- está a las afueras.
—     Y, ¿qué tienes pensado hacerte? –le miré llena de curiosidad, aun no me había explicado el contenido del tatuaje.
—     Un tigre, en el brazo izquierdo. –me sonrió orgulloso de ello.
—     ¡Justin! ¿Otro en el brazo izquierdo? –lo miré incrédula- ¿otra vez vas hacerle bullying a tu brazo derecho?
—     Shwaty. –estalló a carcajadas- quiero acabar de tatuarme el brazo izquierdo. –siguió riendo como un poseso.
—     Estás obsesionado. –negué con la cabeza.
—     Me gustan los tatuajes. –se encogió de hombros- cuando te haces el primero, quieres hacerte un segundo y más tarde un tercero hasta que acabas con el brazo lleno de tatuajes. –me hizo reír.
—     Cuando seas viejo y estés arrugado quedarán fatal. –le recordé.
—     Oh vamos, jamás creceré. –y él tan pancho.
—     Oh, no sabía que tenías complejo de Peter Pan.
—     Soy más guapo que él. –se levantó de la cama y vino hacia a mí- y más sexy. –me susurró al oído abrazándome por la cintura.
—     ¡Por favor, y un creído! –reí intentando hacerme la desinteresada.
—     Dilo. –me ordenó.
—     ¿El qué? –me hice la tonta.
—     Que soy sexy. –me acercó más a él, sus labios casi tocaban los míos.
—     ¿Por qué siempre me haces esto? –le susurré mientras me colgaba de su cuello.
—     ¿Por qué siempre te niegas a hacerlo? –me habló en el mismo tonto.
—     Por qué… -rocé sus labios- ¡no eres para nada sexy!

Estallé a carcajadas mientras me escapaba de sus brazos. Había dejado a Justin con la palabra en la boca, con ganas de besarme y además había dicho todo lo contrario a lo que él quería escuchar. Conocía bien a mi novio, sabía que debía tener un pique monumental. Así que como siempre, no me quedaba otra que ponerme a correr, esconderme, gritar y pedir desesperadamente perdón. Quiero a mi novio, pero con estas cosas no se pueden jugar. Bieber es muy competitivo, siempre le gusta ganar, odia no conseguir lo que se propone, y yo, amigos y amigas, siempre le ponía muy difícil las cosas. Siempre.

—     No acabas de hacer eso. –se giró hacia mí.
—     Oh sí, lo he hecho cariño. –reí de nuevo.
—     Además te permites el lujo de reírte de mí. –frustrado, se peinó el pelo hacia atrás.
—     Oh sí, me lo permito cariño. –le guiñé un ojo.
—     _____ _____. –me amenazó con el dedo índice.
—     No creerás que por llamarme por mi nombre y apellidos me asustas.
—     No te servirá de nada correr. –se anticipó a mis actos.
—     No lo iba a hacer. –sí, eso era exactamente lo que iba a hacer.
—     Tampoco te servirá de nada huir de mí dándole vueltas a la cama. –mierda.
—     Tampoco iba a hacer eso. –sí, ese era el plan B.
—     Descarta la opción de encerrarte en el baño. -¿por qué Justin me tenía que conocer tanto?
—     No era una opción. –adiós plan C- oye, mira, está bien, lo diré.

No me quedaba otra opción, a no ser que saltar por el balcón fuese una opción. Oh, odio que Justin siempre consiga lo que quiere. Capullo. Tenía que cambiar mis estrategias, no era para nada una buena estratega. Supongo que debía ser porque siempre recurría a las mismas soluciones, y Justin se las conocía todas. Pero mirándolo por la parte buena, me había librado de una buena. Yo era predecible, pero Justin también. Pongo las manos en el fuego que, para vengarse de mí había pensado en hacerme cosquillas hasta que le hubiese suplicado que parase y le hubiese dicho lo que quería oír o tal vez hubiese recurrido al método de presión, intimidarme hasta el punto de que por incomodidad o por lo vulnerable que soy a las tácticas de seducción de Justin también le hubiese dicho lo que quería oír.

—     Vaya, no me lo creo. –se acercó a mí incrédulo- hoy me lo has puesto más fácil.
—     Eres un matón. –le saqué la lengua.
—     Un poco sí. –me regaló una de sus perfectas sonrisas.
—     Acabemos cuanto antes. –reí- Justin eres…
—     Oh, no, no, no, espera. –buscó en sus bolsillos- este momento hay que inmortalizarlo.
—     ¡Justin Drew Bieber! –le amenacé ahora yo- ese no es el trato.
—     Cariño, no habíamos hecho ningún trato. –me recordó.
—     Uf, si dejo que me grabes, ¿te callarás ya? –me piqué.
—     Si mi amor. –me enfocó con el móvil.
—     Justin Drew Bieber Mallette es el chico más sexy que hay en esta habitación. –me mofé.
—     Gracias… -hizo una mueca- eh, ¡sólo hay un chico en esta habitación!
—     ¡MUY BIEN! –aplaudí sin parar de reír.

De nuevo había conseguido cabrear a Justin y estaba muy satisfecha con ello. Me daba igual su manera de vengarse, hoy yo también había conseguido lo propuesto. Hacer enfadar a mi chico. De vez en cuando va bien recordarle que yo también sé hacer bromas y que yo también sé cómo enfadarlo. Pero lo dicho, que Jus se acabó vengando.

Recurrió a la opción uno, sí, la de las cosquillas. Esta vez optó por cogerme como a un saco de patatas y me dejó en mi cama. Allí se subió a horcajadas encima de mí, con la mano derecha sosteniendo el móvil me grabó y con la izquierda me hizo cosquillas.

—     ¡Para Justin! –seguí riendo como una posesa- sabes que no aguanto las cosquillas. ¡Me muero! –creía que me asfixiaba, enserio.
—     Dilo. –me obligó.
—     ¡Te quiero! –seguí riendo.
—     Esa no es la palabra. –aumentó las cosquillas.
—     ¡Vale, vale! –miré al objetivo del móvil- Justin Drew Bieber es el chico más sexy del mundo, está buenísimo, su sonrisa, su espalda, su torso, todo, es perfecto. –dije entre risas- ah, ¡le amo aunque sea un idiota!
—     Satisfecho. –besó dulcemente mis labios mientras me ayudaba a levantarme de la cama.

Después del numerito conseguí que Justin dejara que me vistiese. Si no nos dábamos prisa llegaríamos tarde, cosa que no era rara. Así que cogí dinero, el móvil y las llaves de casa para luego dejarle una nota en la nevera a papá para informarle de que hoy no comería en casa ya que me iba con Justin. (http://www.polyvore.com/play_hard/set?id=107230165)

—     ¿Cuándo quieres que hablemos con tu padre? –Justin rompió el silencio que se había formado anteriormente.
—     Cuanto antes mejor. –miré por la ventanilla del coche- quiero salir de dudas cuanto antes.
—     Siempre podemos recurrir a la excusa de que firmó un contrato. –se encogió de hombros- y que en el contrato incluye ser la telonera de un artista en una gira.
—     Mentirle. –reí.
—     Bueno… si lo quieres llamar así. –me sonrió mi novio.
—     Podemos hablar con él esta noche.
—     Perfecto.
—     Te puedes quedar en casa a dormir. –le ofrecí.
—     Estaba esperando a que me lo pidieses. –carcajeamos los dos.
—     ¡JUSTIN! –grité sobresaltando a mi novio.
—     ¿¡Qué pasa!? No voy tan rápido.
—     Que no es eso idiota, que se me ha ocurrido una idea. –aplaudí emocionada.
—     ¿Sobre la gira?
—     Eh, no. –lo desilusioné- pero, ¿por qué no nos hacemos un tatuaje juntos?
—     Cielo, un tatuaje es para siempre. –me miró serio Justin.
—     Como lo nuestro.
—     Oh, eso te ha quedado muy bonito. –sonrió de nuevo.
—     Hablo enserio cari. –hice un pucherito- lo he pensado antes, y tengo ideas, quiero recordarte para siempre, por fa.
—     Me encantaría. –me miró por unos segundos- pero, ¿estás segura? ¿Sin decírselo a tu padre? Es algo serio.
—     ¡Oh Justin, por favor, eh! Hace un mes querías que nos prometiésemos. –le recordé.
—     Vale, vale. A sus órdenes. Me haré lo que tú quieras. Se acercó a mí para besarme.
—     La carretera Bieber. –le alejé de mí.
—     Me debes un beso.
—     Los que quieras mi vida. –me acerqué a él y le di un piquito.
—     La carretera Sra. Bieber. –imitó mi tono.
—     Perdone Sr. Bieber, es usted irresistible. –reí negando con la cabeza, éramos tontos, dos tontos enamorados.

Durante el corto trayecto hablamos sobre el tatuaje que nos íbamos a hacer. Yo tenía claro lo que quería y Justin estaba lleno de curiosidad por saber que era. Estaba dispuesto a hacérselo, pero como siempre, él tan impaciente y en este caso lo veo normal. Así que le expliqué mi idea. El tatuaje y el porqué del tatuaje y le encantó. Se enamoró del tatuaje sin verlo y estaba deseando hacérselo. Incluso podría decir que tenía más ganas de hacerse nuestro tatuaje que el tigre.

Llegamos al local de Bang Bang en unos diez minutos, y sí, así se hace llamar el tatuador de Justin y de otras muchas estrellas. El hombre lo tenía todo preparado iba algo justo de tiempo ya que en poco tiempo se había hecho muy famoso y ahora todos querían ser tatuados por él.


—     ¡Mira quién viene por aquí! –saludó a Justin.
—     Tengo hora idiota. –reímos mi chico y yo.
—     Y traes a una belleza contigo. –me tendió la mano.
—     ____, encantada, tus tatuajes me tienen fascinada, enserio. –lo alagué sonriente.
—     Muchas gracias encanto. –besó ahora mi mano.
—     Tío, menos con mi chica. –le amenazó Bieber.

Su chica.

—     Oye Bang. –llamé su atención- sé que estás liadísimo y que no tienes tiempo pero por favor, después de tatuar a Justin, ¿podrías tatuarnos una pequeña cosa a los dos?
—     Por ti preciosa, haré una excepción, claro. –me sonrió.
—     ¡Muchísimas gracias! –le abracé- perdón, la emoción.
—     Tranquila cielo.
—     Bro, para o acabarás en el hospital.
—     Uh, perdona llorica.
—     No soy un llorica. –rio Justin.
—     Vamos, cuando te hiciste tu primer tatuaje estabas cagado.
—     Bueno, que tal si vamos al lío. –intentó cambiar de tema Jus.
—     Llorica. –me reí de él- te quiero.


***


Bang Bang tardó en tatuarle el tigre a Justin aproximadamente una hora. Le había quedado genial y el tatuaje era perfecto y a Justin le quedaba… p e r f e c t o. Le hacía más atractivo de lo que es. Pero al grano. Después de acabar con el tatuaje me tatuó a mi primero. Justin me agarraba la mano con fuerza, parecía dolerle más a él que a mí, pero se lo agradecía, me hacía reír y no me hacía pensar tanto en el dolor que me causaban las agujas y en la bronca que me iba a caer. Treinta o cuarenta minutos después fue su turno, lo llevó muchísimo mejor que yo y el resultado fue asombroso.




Una simple frase en el antebrazo, que nos definía, definía lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Justin y yo siempre hemos estado el uno para el otro, siempre lo estaremos, pase lo que pase. Porque, aunque no nos hablemos, no nos miremos o haya pasado lo que haya pasado, siempre, siempre tendré un abrazo para Justin, unas palabras de ánimo y este gran sentimiento que me une a él y que hace que siempre vaya a estar a su lado. Amor.


____________________________

Hola amores, no me enrollo que tengo cena de Navidad ahora y aun no me he arreglado por escribir el capítulo. Nada, deciros que he tardado lo mío como siempre pero es que no estaba inspirada, sé que siempre digo lo mismo pero enserio, voy escasa de creatividad. La maratón sigue en pie y se hará, una semana, tan solo una semana y maratón. 

GRACIAS POR EL APOYO CHICAS, OS QUIERO MUCHÍSIMO, A TODAS, ENSERIO. Sin vosotras nunca hubiese creado el blog, ni seguido y os doy las gracias por darme esta oportunidad, por motivarme, por los comentarios que siempre me dejáis porque os lo digo de corazón, estoy muy orgullosa de dónde hemos llegado. ¿Vale? Os quiero mucho,  y comentad mucho.


FELIZ NAVIDAD HERMANAS, OS AMO.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Nothing like us {62}

Pero sé, sé que tú y yo estamos destinados a estar juntos


Los ojos de ____ se abrieron de golpe, sus pupilas estaban dilatadas, estaba asustada y no tenía ni idea de en donde se encontraba. Pronto lo recordó. Le vino una fuerte tos que le hizo escupir toda el agua que tenía en sus pulmones, pudiendo así volver a respirar. Miró a su alrededor. Sus amigos la habían estado llorando y aún seguían llorando. Pero ahora era de alivio, de felicidad, de volver a ver a la chica despierta, con vida.
Justin la cogió delicadamente acercándola a su regazo y abrazándola a más no poder, prácticamente la volvía a dejar sin respiración. Había pasado mucho miedo y aún tenía el susto en el cuerpo, se puede decir que seguía en shock.

—     ¿Por qué tengo arena en mi trasero? –preguntó _____ repugnada ante esa sensación.
—     Gracias a Dios estás bien, lo hemos pasado muy mal, no vuelvas a hacer eso jamás. –la abrazó su mejor amiga.
—     Estábamos muy asustados, pensábamos que te íbamos a perder. –se secó las lágrimas Christian mientras apartaba a su hermana para abrazar a la chica y empezar a llorar.
—     No lloréis, estoy bien, estoy bien. –habló a duras penas- por favor, no quiero acabar la noche de Navidad así, no quiero que la recordéis por esto.
—     ____ no deberías preocuparte por como lo estemos pasando nosotros, casi te mueres y, ¿es en lo único que piensas? –le reprochó Ryan- ven aquí pequeña. –arrebató a la joven de los brazos de su novio y besó la coronilla de su cabeza.
—     Ven aquí. –la abrazó también Chaz- mientras esté yo contigo no dejaré que te acerques más al agua.
—     ¿Ni para ducharme? –intentó poner un poco de humor al asunto, si eso era posible, claro.

Los chicos soltaron algunas risitas entre todas esas lágrimas que en pocos minutos habían llorado. Pero ni esas risas pudieron disimular el gran silencio de Justin. Seguía mirando al suelo, llorando amargas lágrimas en silencio, no parecía inmutarse por nada ni por nadie. El dolor le seguía comiendo por dentro, esa sensación de vacío, de estar perdido. Ese miedo que ahora sentía por la muerte, porque si casi la había perdido una vez la podía perder en cualquier momento y no sólo tenía en cuenta la muerte. Justin había sentido el sabor de lo que era perder a la persona que más quería para siempre y, en su vida, quería volver a sentir ese dolor, esa sensación.

Los chicos creyeron conveniente dejar a la pareja a solas, ya hablarían con ellos más tarde, tal vez cuando Justin se tranquilizase, mientras, esperarían dentro de sus alojamientos. Pensaron que no era buena idea hablar con Justin, que sólo su novia podía tranquilizarlo así que besaron y abrazaron a ____ y se fueron.

—     Eh, Justin, cielo. –zarandeó a su chico- cariño, mírame, estoy bien, estoy aquí. –no obtuvo respuesta- no te tortures más, deja de llorar, por favor, me estas matando. –sollozó con un gran dolor la chica.

Me estás matando. En seguida esas tres palabras hicieron reaccionar a Justin. Miró a su chica a los ojos y la abrazó de nuevo fuertemente, estaba tiritando así que le puso su chaqueta por encima de sus hombros y la apegó más a él para que pudiesen entrar en calor.

—     Vamos al hospital. –fue lo primero que se le ocurrió decir.
—     Justin, estoy bien, no quiero ir ahora. –se negó la chica.
—     Irás. –la miró duramente su novio.
—     No quiero ir.
—     ____... –se frustró Justin.
—     Está bien, está bien, pero iremos mañana. –se resignó- mañana, ¿vale? Ahora… sólo abrázame. –ella también había pasado mucho miedo.
—     Ven aquí pequeña. –la cogió en brazos- vayamos a casa, estás tiritando, te dará algo. –besó sus ahora, morados labios.

***


|NARRAS TÚ|

No hicimos saber a nadie el pequeño accidente de la playa, si lo hubiésemos hecho todo el mundo estaría preocupado por mi salud, y yo estoy bien, sólo me quedé enredada con algo. Justin no parece entenderlo, al llegar a casa me preparó un baño con agua caliente, me duchó (como si no fuese capaz de hacerlo yo sola) y me obligó a comer, ah, y después me obligó a irme a dormir. Insistía en hablar mañana, cuando hubiese descansado. Lo hice todo a regañadientes, no me quería enfadarme con él, sé lo preocupado que está y no le puedo echarle en cara nada de lo que está haciendo ya que lo hace por mi bien.

Algo me despertó, no fue ningún ruido, tampoco el sol y tampoco ningún tipo de movimiento brusco. Tal vez fuera eso, demasiada tranquilidad, no notaba la respiración de Justin, ni sus manos, ni su cuerpo. No estaba en la cama y eso era lo que me había quitado el sueño. Miré el reloj. Las siete. Sólo había dormido una hora, estaba empezando a amanecer. Justin no podía haber ido muy lejos, así que iría a buscarle.

Al pasar al comedor, gracias a las puertas de cristal pude ver a Justin sentado en las escaleras que había en la pequeña terraza. Antes de salir estuve unos minutos preparando unas tazas de chocolate caliente, siempre entran bien.

—     ¿Una taza? –me senté al lado de mi novio ofreciéndole el chocolate deshecho.
—     Oh, claro. –me miró sorprendido.
—     Te echaba en falta en la cama. –me excusé.
—     No podía dormir. –se excusó ahora él.
—     Justin, ¿no crees que tenemos que ha…?
—     No respirabas, ¿sabes? –me miró- estabas helada, pensaba que te perdía, no-no sé qué hubiese hecho.
—     Pero estoy bien. –apoyé mi cabeza en su hombro- aún me queda mucha guerra por dar. –le hice reír, una sonrisa que pronto desapareció- basta Justin. ¿Por qué te sientes culpable? Hay cosas que no puedes controlar, asúmelo. No tienes la culpa de que mi pie se enredase con algo y no pudiese salir del agua, no puedes estar pendiente de mí las veinticuatro horas del día, cielo estoy bien gracias a ti. Siento que mi mundo se desmorona cuando te veo así.
—     Lo siento shwaty, no quiero que te sientas así, pero me frustra saber que hayan cosas que nos puedan separar.
—     Sólo la muerte nos puede separar Justin. –le miré- jamás me cansaré de ti, eres mi otra mitad, eres el hombre perfecto y si pudiese vivir miles de vidas, todas las viviría contigo. ¿Cómo te lo demuestro? ¿Quieres que vivamos juntos? ¿Qué nos prometamos? ¿Qué nos casemos?
—     ¿Harías eso por mí? –me besó tiernamente durante unos segundos.
—     Lo haría ahora mismo, ¿por qué eres tan inseguro? –le sonreí enternecida.
—     _____ se puede decir que lo tengo todo y de todo lo que tengo tú eres lo único que no quiero perder.
—     Oh, mi amor. –dejé la taza de chocolate a un lado y me abalancé sobre él- habrá malas temporadas Justin, pero sólo tenemos que superarlas, estaremos enfermos, nos enfadaremos, no nos veremos e incluso lo podríamos dejar alguna vez. Pero sé, sé que tú y yo estamos destinados a estar juntos.
—     Te amo ____ ____. –dejó su taza a un lado para coger mi cara entre sus manos- siempre.

Nos quedamos a ver el amanecer, jamás habíamos visto un amanecer así juntos, todo era precioso y Justin después de la charla parecía mucho más relajado y tranquilo, así que había cumplido mi propósito. Nos fuimos de nuevo a la cama, estábamos agotados y necesitábamos descansar.

Nos despertamos al mediodía, habíamos dormido unas cuantas horas, las suficientes para poder funcionar todo el día. No nos apetecía cocinar así que decidimos ir a algún restaurante o algún local de comida rápida, Justin estaba deseando comerse una buena hamburguesa o unos buenos nuggets, así que supongo que nos quedaríamos con la segunda idea.

Parecía que habíamos sido los primeros en levantarnos así que decidimos no avisar a nadie de nuestros planes, los dejaríamos dormir, a todos nos gusta dormir, ¿no? Así que cuando acabamos de vestirnos y de arreglarnos salimos en busca de algún local, chiringuito, bar para comer. (http://www.polyvore.com/rollercoaster/set?id=106203643)


—     Te comen por los ojos. –me informó Justin.
—     ¿De qué hablas? –dije desconcertada mientras me agarraba a su cintura.
—     Los chicos cariño, los chicos. –fulminó con la mirada a todos quienes nos cruzábamos- ¿no sabes lo que son las camisetas? –me reprochó.
—     ¡Oye, habló! Milagro el día en que te pongas una, hasta en invierno vas sin. –reí- además, hace un calor infernal.
—     Tienes razón, creo que me quitaré la mía. –hizo el amago.
—     ¿Estás intentando ponerme celosa? –me mofé.
—     Sí. –se encogió de hombros- ¿lo he conseguido?
—     Aun te queda mucha práctica. –me puse de puntillas para besar sus labios- ah, y la camiseta puesta Drew, que si no te quemas.
—     Ya claro. –me devolvió el beso.
—     Además, las chicas de por aquí tienen las hormonas muy revolucionadas, no hace falta que las alteres más.
—     ¡Venga ya! –estalló a carcajadas- ¿qué excusa barata es esa? –siguió riendo- por la misma regla de tres, los chicos también tienen las hormonas muy alteradas y créeme, lo disimulan fatal.
—     Justin está celoso. –cantuseé.
—     No lo estoy. –imitó mi tono.
—     Si lo estás. –seguí cantando.
—     No, porque soy el hombre más sensual de la faz del planeta. –me sonrió con una sonrisa burlona.
—     Ni si quiera eres un hombre… -reí mientras le abrazaba fuertemente para que no se enfadase.
—     Oye, que me está empezando a salir bigote. –se lo acarició con el dedo índice.
—     Eso es pelusilla y es horrible. –seguí vacilándole, era divertido.
—     ¡Eh! Me hace sentir mayor.
—     Que te haga sentir mayor no significa que lo seas, aun te queda mucho por madurar. –y sinceramente, no quería que madurase, me gusta el Justin que es ahora, tiene sus momentos de inmadurez pero cuando tiene que ser serio lo es.
—     Tengo más culo que tú. –me soltó.
—     Me has hecho daño. –me llevé la mano al corazón- no creo que pueda superarlo. –acabé riendo.
—     Eh, pero que me encanta tu culo cariño. –puso su mano izquierda en el bolsillo trasero de mi pantalón.
—     ¡Bieber! –carcajeé fuertemente de nuevo- has sonado exactamente igual al típico borracho pervertido que hay siempre en las discotecas.
—     Me amas. –me rodeó por los hombros para apegarme más a él y así poder besar mi cabello.

Estuvimos un rato andando por los chiringuitos de la playa, viendo suvenires, comprando algunos recuerdos y regalos y Justin se ponía hasta las cejas de comida. Creo que nos habíamos parado por lo menos en cuatro o cinco chiringuitos para comer. Bueno, sólo comía Justin ya que yo, cada vez que olía la comida me daban unas ganas de potar inmensas, así que me mantenía todo lo alejada posible. Aun así empezaba a encontrarme mal, no sé si era por el calor, por no haber comido nada en todo el día, por la resaca o por todo junto. No quise alarmar a Justin, siempre se tomaba mis problemas de salud como enfermedades incurables por pequeños que fuesen y más a partir de ahora después de lo ocurrido ayer.

Íbamos en taxi, de camino a uno de los parques naturales de Punta Cana. A parte de divertirnos también queríamos conocer diferentes tipos de animales, plantas, etc. A Justin se le había ocurrido la genial idea de ir a visitarlo juntos para matar un poco el tiempo allí. Pero los planes se torcieron, por más que intenté disimular que todo iba genial Justin notó que no estaba bien.

—     No tienes buena cara. –me tomó la temperatura con su mano.
—     Estoy bien Justin. –mentí.
—     Sinceridad por favor. –clavó sus ojos miel en los míos y así, no le podía mentir.
—     Tan sólo estoy algo mareada, no me siento del todo bien. –vi como todo él se llenaba de preocupación- pero es por el calor, la resaca, tranquilo. –dije rápidamente intentando arreglar mis palabras anteriores.
—     Señor. –Justin le habló al taxista- ¿podría llevarnos al hospital más cercano?
—     N-no, no hace falta. –odio los hospitales- Justin no es tan grave como para ir al hospital.
—     Me lo prometiste. –cogió mi mano con fuerza- dijiste por la mañana y has aprovechado mi descuido para escaquearte, iremos ahora.
—     Entonces, ¿cambio de rumbo? –preguntó el conductor.
—     Si, por favor. –insistió Justin.
—     No me gustan los hospitales. –gruñí.
—     No quiero rabietas de niña pequeña. –me sonrió dulcemente- irás.
—     De acuerdo padre. –puse los ojos en blanco.

En unos cinco minutos llegamos al hospital, menos tiempo del que me esperaba. Justin pagó al taxista, que nos dejó a unos metros de la puerta del hospital. Al salir del coche me tambaleé de lado a lado, por un momento lo vi todo negro, pero recuperé la visión poco a poco. El sol era abrasador, me derretía, era insoportable, mi cuerpo no podía aguantar tantísimos grados.

—     _____, ¿qué mierda te pasa? –escuché la preocupada voz de Justin- casi te desplomas en el suelo.
—     Estoy bien Justin, es… sólo el calor, no me voy a morir. –le recordé.
—     Oh vamos, ¿qué harías tú en mi lugar?
—     Ya estarías dentro del hospital. –le aseguré.
—     Oh gracias, ¿me comprendes?
—     Si Justin. –le dije con voz cansada mientras caminábamos hacia el hospital, prácticamente Justin me tenía que aguantar para que no cayese- oh, apestas a hamburguesa. –me llevé una mano a la boca y otra a la barriga para intentar no vomitar ahí en medio.
—     Lo siento, voy a tirarla. –en segundos volvía sin rastro de la comida- vamos, va.

En seguida estuvimos dentro, y enseguida nos atendieron y esperaba que acabásemos todo esto con la misma rapidez. Una enfermera nos hizo pasar a una pequeña habitación, había una camilla, una mesa, con sillas y ordenador y después estanterías y estanterías de medicamentos e instrumentos de medicina. Justin se sentó en una de las sillas enfrente de la mesa, en cambio yo me tuve que sentar en la camilla por órdenes del doctor, era joven y bastante guapo. Oh, ya olía los celos de Justin.

—     Bueno dígame, ¿qué le ocurre? –me preguntó amablemente el muchacho.
—     Por favor, de tú. –odiaba que me tratasen de usted, tengo sólo diecisiete años- durante el día de hoy me he mareado mucho, toda la comida me da arcadas, sólo eso.
—     Ya veo, puede ser por muchas cosas. –dijo pensativo- le cogeré una muestra de sangre, para descartar opciones. El dedo índice por favor.

Me pincho con una aguja y luego puso las gotitas de sangre en un pequeño aparato. Luego, hizo que me quitase el chaleco y me tomó la respiración y el pulso. Escuchaba los gruñidos de Justin, molesto por que un tío que no fuese él me estuviese tocando zonas que un desconocido no podía tocar. Pero era sólo su trabajo.

—     ¿Es tu hermano? –preguntó con curiosidad el doctor.
—     Ah no, es mi n…
—     Prometido. –sonrió satisfecho Justin. Yo le miraba con cara de WTF? ¿Qué leches estás haciendo?
—     Vaya, felicidades. –nos sonrió el chico algo contrariado por nuestra juventud.
—     ¿Gracias? –negué con la cabeza a punto de estallar a carcajadas.

Pudimos salir al cabo de media hora. El doctor, al analizar las pruebas que me había hecho me informó de que estaba totalmente desnutrida por causa del calor y el alcohol que había tomado la noche anterior, además no había bebido agua ni comido en todo el día eso era lo que producía mis mareos, además de la falta de hierro en mi sangre, pero no era nada grave, le pasaba a la gente constantemente. Me inyecto suero y me recetó unas pastillas para solucionar la falta de hierro en mi sangre y listo.

Lo peor de ir al hospital fue la salida. Una decena de paparazzi se habían acumulado en la entrada del hospital y con nosotros no iba ningún guardaespaldas para resguardarnos. Lo bueno es que Justin llamó a un taxi antes de acabar la consulta para que viniese a recogernos y ya nos estaba esperando. Pero la poca distancia que había de la entrada al coche no nos salvó de preguntas incómodas, empujones, invenciones, etc.

—     ¿Por qué habéis visitado el hospital? –nos preguntó un paparazzi de piel oscura.
—     No por diversión. –me limité a contestar.
—     ¿Tenéis problemas de salud?
—     ¿No veis que no tenemos ganas de hablar? Dejad de acosarnos. –se enfadó Justin.
—     Se rumorea que hay un embarazo.

¡PAM! ¡BOMBAZO!
Entramos en el coche y este a pesar de las dificultades por avanzar debido a los paparazzi se deshizo de ellos lo antes que pudo. Se creó un incómodo silencio, miré a Justin horrorizada, ¿qué cojones se habían inventado ya? Si nuestros padres veían eso por la tele primero nos matarían y luego preguntarían. Si ciertamente se creaba ese rumor medio mundo o mundo entero estaría hablando de nosotros. Aunque visto por otra parte, sólo es un rumor. Los rumores no confirmados no suelen extenderse mucho, ¿no? O ¿sí?

—     No esperaba que fuésemos padres tan jóvenes, lo hemos hecho siempre con protección, ¿no? –mi novio era idiota.
—     ¡No hagas broma de esto Justin! –intenté no reírme, pero era imposible- ¡no te rías enserio, nos mataran! –carcajeé fuertemente.
—     Es sólo un rumor cielo. –me tranquilizó- pero, ¿quién cojones se ha inventado eso?
—     ¿TMZ? Hicieron el fotomontaje ese de tu abuela, podían haberme hecho a mí con un bombo.
—     JAJAJAJAJAJAJA. –estalló a carcajadas- dios, eres mi ídolo, ¿te imaginas? No puedo, tío. –Justin lloraba de la risa.
—     Just, fuera de bromas, sabes que primero nos regañarán y luego preguntarán, ¿no? –me mordí la uña del dedo índice nerviosa. ¿Por qué no podía tener una vida normal? O ¿Por qué los rumores que salían de mí no podían ser normales?
—     Lo sé cariño, lo sé desde el momento en que he escuchado la palabra embarazo. –el taxista debería estar flipando.
—     Pues nada, a ver qué es lo próximo. –dije resignada.
—     Apuesto diez dólares a que dicen que alguno de los dos ha engañado al otro. –besó la coronilla de mi pelo.
—     Eso lo hicieron la semana pasada. –le recordé entre risas.
—     Cierto, pues… veinte dólares a que dicen que nos casamos.
—     ¡Justin! –estallé de nuevo a carcajadas- eres el mejor. –besé sus labios.
—     ¿Estás mejor shwaty? –acarició mi mejilla.
—     Si, sabes que estar contigo es la mejor medicina. –introduje mi lengua en su boca para prolongar nuestro beso y entre beso y beso suspiré- siempre.


***


—     ¿UN EMBARAZO? –gritó Pattie horrorizada- ¡sois jóvenes, tenéis una vida muy larga por delante!
—     Mamá no…
—     ¡Cállate Justin! ¿Pero en qué pensáis? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Cómo se han enterado? Lo están anunciando por todas las noticias.
—     _____ _____ me dijiste que habías tenido esa charla con tu madre hace tiempo. ¿Sabes las consecuencias que conlleva un hijo? ¿Lo sabéis? ¿Os habéis vuelto locos? Vais al hospital sin decir nada a nadie, pero…
—     ¡QUÉ OS CALLÉIS! ¡CALLAOS! ¡CALLAOS! ¡CALLAOS! QUE NO ESTOY EMBARAZADA. _____ + JUSTIN + PROTECCIÓN= NO EMBARAZO, ¿OS HAGO UN ESQUEMA? QUE SE LO HAN INVENTADO, ¿PERO QUÉ OS CREÉIS? ¿QUÉ NOS CHUPAMOS EL DEDO? –les regañé yo a ellos, dios. Necesitaba soltar todo eso.
—     Shwaty cálmate, no es bueno para el bebé. –miré a Justin incrédula, ¿pero era idiota o qué? – vale, vale, perdón, es que siempre he querido decir eso. –vale, lo que había dicho antes de que Justin es maduro en las situaciones serias, os acordáis ¿no? Lo retiro.
—     Oh dios, estábamos muy asustados. –empezó a reír nerviosamente Pattie- lo sentimos muchísimo, madre mía, me iba a dar algo.
—     Mamá, deberías saberte la historia. –le reprochó Justin.
—     Ya, ya. Pero estas cosas pasan hijo. –se encogió de hombros.
—     Y si zanjamos el tema, no vais a ser abuelos, aun no. –reí.
—     ¿Cómo que aún no? –preguntó mi padre con curiosidad.
—     En diez años. –me encogí de hombros. Pero papá me miró mal.
—     ¿Veinte? –preguntó Justin, pero papá y ahora Pattie adoptaban la misma mirada.
—     ¿Treinta? ¿Cuarenta? Eh, eh, eh. Queremos hacer de padres, no de abuelos, ¿vale? –reímos todos.

Después de pequeñas bromas, suspiros de alivio e hipótesis de lo que nos hubiese pasado si el rumor hubiese sido verdad nos fundimos todos en un tierno abrazo. Éramos una familia, una familia unida.


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Hola mis lectoras presiosas. Hoy no me enrollo, como dije en dos semanas teníais capítulo y he cumplido. Ahora he acabado los exámenes y dedicaré mi tiempo a escribir. Y como dije en cuanto me den las vacaciones estaré día y noche escribiendo para que tengáis una perfecta maratón por navidad. A cambio sólo os pido que comentéis y os subscribáis, no es tanto, ¿no? Es que últimamente he visto muy pocos comentarios y no sé, me gusta que me digáis todas esas cosas akshdrjsfhs que me decís siempre, siempre me suben el ánimo y me dan más ganas de escribir.


Sobre las propuestas que me habéis dejado, las tengo en cuenta TODAS y he visto mucho lo del embrazo y sí, meteré una cosa parecida pero un poco más adelante, para la maratón seguramente, ¿vale? Gracias por todo chicas ¡os amo!