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miércoles, 23 de octubre de 2013

Nothing like us. {59}

Te querré todos los días de mi vida



Se me hacía raro despertarme al lado de Justin. Habíamos tenido unos días muy duros, tan duros que casi acaban con nuestra relación. Supongo que las cosas entre nosotros no están del todo bien. Sí, seguimos juntos, nos queremos, estamos enamoradísimos y no lo queremos dejar. Pero hay cosas que aún no las hemos hablado y sé que como no lo hagamos pronto en un futuro explotarán por un lado o por otro.

Como por ejemplo que ayudara a la tía esa, María. Quiero olvidar eso, pero el hecho de que la ayudase, las palabras que le dijo, no. Me come por dentro. O también, el hecho de que no le diese una respuesta a su proposición de prometernos. Es raro. Acabamos de salir de un mal trago y se necesita tiempo para asumir y pensar en todas las cosas que nos han pasado. Pero bueno, el tiempo nos pondrá en el lugar que merezcamos estar, sólo necesitamos eso, tiempo.


—     No sigas pensando en eso. —me rogó Justin.
—     Es difícil. —dije mientras me incorporaba a la cama.
—     Me frustra. —se agarró el pelo con fuerza como si así pudiese encontrar una solución al problema.
—     ¿El qué? —me tumbé encima de él abrazándolo.
—     El no poder hacerte feliz y que olvides eso. —besó la coronilla de mi pelo.
—     Nadie lo ha olvidado, todos seguimos con el miedo en el cuerpo Justin.
—     Prometimos olvidarlo.
—     Prometimos no hablar de ello. —le corregí.
—     Pues dejemos el tema.
—     Has empezado tú.
—     ¿Vamos a discutir por eso? ¿Enserio? —se incorporó a la cama haciendo que me incorporase yo también.
—     Te quiero. —besé sus labios tiernamente para calmar las cosas.
—     Y yo más a ti mi vida. —me abrazó con todas sus fuerzas— ¿quieres que vayamos a comprar los regalos y la comida de Navidad?
—     Ese era el plan. —le sonreí mientras que me levantaba de la cama.
—     ¿Te duchas tu primero?
—     ¿Nos duchamos juntos? —reí mientras le tendía la mano.
—     Estamos en casa de mis abuelos ____. —dijo indeciso.
—     Justin Drew Bieber hace unos días eras tú quien quería que lo hiciésemos en…
—     Vale, vale, vale. —me tapó la boca precipitadamente por miedo a que me escuchase alguien.
—     Vajshfasf. —intenté hablar.
—     ¿Qué dices? —me miró raro.
—     Que vamsjdea ducajkdhsa.
—     ____ habla bien que no te entiendo. —no entendía cómo a veces podía llegar a ser tan idiota.
—     Que me soltases idiota, que me soltases. —reí a carcajada limpia una vez me zafé de su mano para luego colgarme de su cuello.

Él también rio. Por primera vez en días vi esa sonrisa la cual tanto me traía loca. Esa sonrisa de la cual me enamoré y la cual estoy enamorada. La cual me levanta y me sube el ánimo todas las mañanas y yo, por primera vez en días, me daba cuenta de lo afortunada que era de tener a Justin a mi lado y de lo bien que me hacía sentir.

Mientras le daba infinitos besos por todo su rostro él me llevaba colgando de su cuello hasta el baño. Donde nos desvestimos mutuamente y donde por primera vez después de nuestro viaje hicimos el amor como dos desesperados. Sin duda alguna era la mejor sensación del mundo. El agua recorría nuestros cuerpos sudorosos, nuestras respiraciones estaban agitadas y nuestras pulsaciones aumentaban en cada embestida. Después de tanto tiempo volvíamos a estar unidos en cuerpo y alma.


***


—     Buenos días a la niña más preciosa de este mundo. —me acerqué a Jazzy que estaba desayunando junto a sus padres.
—     Buenos días cuñada. —estallé a carcajadas al oír eso.
—     No me llames así. —seguí riendo al igual que sus padres— ¿quién te ha enseñado eso? Me haces sentir mayor.
—     Justin. —rio la pequeña comprendiendo el significado de esa palabra.
—     Tu hermano cada día es más idiota.
—     ¿Qué soy qué? —escuché la voz de mi novio detrás de mí.
—     El mejor novio del mundo. —sonreí inocentemente.
—     Oye ____ Jaxon y yo queremos que nos lleves al parque. —me pidió Jazmyne tímida.
—     ¡Claro cielo! —dije ilusionada— cuando queráis.
—     ¿Y tú hermano qué? ¿No existe? —preguntó receloso Justin.
—     Es que _____ nos deja comer helado en invierno. —confesó la niña.
—     ¡Jazzy eso era un secreto entre los tres! —me llevé las manos a la cara al ver que Jeremy y Erin me miraban extrañados.
—     Compras a mis hermanos con helados. —me abrazó Justin por detrás.
—     Celoso. —puse los ojos en blanco.
—     ¿Nos vamos? —me susurró al oído sensualmente.
—     Sí, tenemos trabajo que hacer.
—     Vamos Jaxon, dale un beso a ____. —lo empujó cariñosamente Erin hacia mí.
—     Hola grandullón. —me agaché para darle un beso y en vez de dárselo en la mejilla le di un piquito.

Después de eso nos despedimos de todos, cogimos la lista de la compra y la lista de los regalos y salimos para emprender nuestro camino por las calles de Stratford. Nos hubiese sido más útil tener un centro comercial para hacer todas nuestras compras ahí mismo, pero Stratford era un pueblecito y no disponía de ese servicio así que nos recorreríamos las pequeñas tiendas del pueblo.


—     Que sepas que eres una asaltacunas. —bromeó mi novio.
—     Imbécil. —reí.
—     Me has puesto los cuernos con mi hermano de cinco años. —se exaltó. Todo era teatro.
—     ¡Idiota! —le empujé amistosamente— sabes que jamás te haría eso.
—     El primer beso de Jaxon ha sido contigo. —me miró flipando.
—     Justin, no es nada raro. —reí a carcajada limpia.
—     Que capullo, que suerte. —rio junto a mí.
—     No hables así, energúmeno. —lo abracé por la cintura.
—     Echaba de menos pasar estos ratos contigo. —me miró serio.
—     Después de la tormenta viene la calma. —besé sus labios tiernamente mientras me ponía de puntillas.
—     Tenemos espectadores. —me susurró al oído.
—     Paparazzi. —intenté apartarme de él, pero Bieber no me dejó.

Me cogió en brazos haciendo que soltase un grito por la sorpresa. Me agarré a su cuello y empecé a reír. Estaba loco y tenía unos cambios de humor muy grandes, pero como le amaba. Me besó seguidas veces y yo le devolví los besos, me escondí en su cuello, jugué con su pelo, le mordí, le hablé, le lamí, en resumen, nos dejamos ver tal como éramos en la intimidad. En una cosa nos habíamos puesto de acuerdo, queríamos hacerle saber al mundo que estábamos bien, que estábamos juntos y que lo podíamos superar todo. Al parecer nuestra actitud también sirvió para que los fotógrafos se esfumasen antes.


—     Estás más fuerte. —le toqué el brazo una vez me dejó en el suelo.
—     Hacerlo en la ducha tiene sus dificultades.
—     ¡Bieber! —le regañé.
—     Bueno, aunque tampoco es que peses mucho.
—     ¡Justin! —acabé riendo.
—     Te ves muy bonita. —colocó un mechón de pelo detrás de mí oreja.
—     Es lo que me hace tu sonrisa. —me sinceré.  
—     Puedes pasar todos los días de tu vida viendo esta sonrisa si…
—     Sé que veré esa sonrisa todos los días de mi vida un anillo no hará que me aferré más a ti Justin.
—     Lo sé amor. —dijo algo inseguro.
—     Justin Drew Bieber te querré todos los días de mi vida.

Me subí encima de sus pies para llegar mejor a su boca. Y empecé uno de nuestros largos y apasionados besos. Justin me agarró por el trasero y me apegó mucho más a su cuerpo, su pecho y mi pecho estaban totalmente juntos sintiendo su pulso acelerado, también podía notar su erección contra mi vientre. Hace un año me hubiese asustado ante esta situación, pero ahora, la veía tan normal. Mientras enredaba mi lengua con la suya como si no hubiese mañana yo también me aferré a su trasero para sentirlo aún más y más. Y Justin empezó a reír.

—     Cerda. —estalló a carcajadas, o no, la risa floja.
—     Justin no te rías así. —empecé a reír yo también.
—     Es que… —estalló a carcajadas de nuevo.
—     Para. —en realidad no tenía ni idea de porque nos estábamos riendo pero su risa era pegadiza y una vez habíamos empezado no podíamos parar.
—     Te estás poniendo roja. —se dejó caer en un banco rompiendo a reír de nuevo.
—     Para Justin que me meo. —me apoyé en mis rodillas.

La gente que pasaba nos miraba como si fuésemos dos bichos raros, estábamos armando un buen jaleo y no exagero, hasta la gente se asomaba a las ventanas. A mí ya me había dado el hipo y como consecuencia Justin había entrado en trance, no respiraba, estaba rojo y daba golpes a todo lo que tenía cerca. Yo no podía más. Me iba a dar algo como siguiésemos así.

—     Se me ha escapado el pis. —me susurró Justin sin parar de reír.
—     ¡Justin! —volví a las risas— que no puedo más. —intenté inspirar y expirar, pero no podía y por la falta de respiración caí mareada al suelo.
—     ¡_____! —dejó de reír Justin— ¿estás bien cielo?
—     Uf… —inspiré hondo llorando por la risa.
—     ¡Qué susto joder! —cayó encima de mi Justin.
—     Bieber que estamos dando el espectáculo.
—     No les debería sorprender. —y es verdad, siempre montábamos alguna.
—     Vamos levántate, he de cambiarte el pañal. —empecé a reír de nuevo.
—     Que graciosa. —rio irónicamente Justin.
—     ¿Y lo qué te quiero? —lo abracé mientras lo besuqueaba.
—     Vamos a comprar anda. —me dio una palmada en el culo para que me levantase del suelo.


Entramos al supermercado agarrados de la mano. Cogimos un carrito de la compra y nos pusimos a dar vueltas por todo el local para encontrar todos los ingredientes de la lista. No quisimos separarnos para ir más rápido, queríamos pasar tiempo el uno con el otro aunque fuese en un supermercado, era tiempo que queríamos aprovechar.


—     Te vas a poner gordo si coges tanta comida basura. —le regañé volviendo a poner las chocolatinas que había cogido en su sitio.
—     Es navidad. —se quejó.
—     Te dolerá la barriga.
—     Compartiré con todos.
—     Ya, eso te lo comes tú de camino a casa listo.
—     Venga, por lo menos déjame coger unas barritas de chocolate. —me suplicó.
—     Te dañarán los dientes. —reí.
—     Te estás poniendo muy plasta, eh. —volvió a coger todas las chocolatinas.
—     Gordo.
—     Fea.
—     Deja eso donde estaba.
—     Está bien. —puso los ojos en blanco y empezó a colocar las golosinas.
—     ¿Qué más queda en la lista? —dije subiéndome al carrito.
—     Chuches, patatas de bolsa, nachos, tacos, pizza, chocolate, caramelos, preservativos…
—     ¡JUSTIN! —le pegué una buena colleja.
—     ¿Qué? Yo también he hecho una lista de la compra.
—     Más tonto y no naces hijo.
—     ¿Te imaginas de aquí unos años tú y yo haciendo la compra y comprando los regalos para nuestros hijos?
—     Sí, sólo espero no hacer de madre y que hayas madurado. —hice broma.
—     _____, hablo enserio. —me abrazó por detrás mientras empujaba el carro.
—     Estoy deseando que lleguen esos años. —besé la comisura de su boca— y por cierto, he visto como volvías a poner las chocolatinas en el carro. —reímos.

Después de comprar toda la comida nos dimos cuenta que habíamos venido sin coche. Somos listos, muy listos. Así que tuvimos que llamar a Jeremy para que viniese a buscar nuestras compras y se las llevara a casa ya que nosotros teníamos que ir a comprar nuestros regalos de Navidad.

Y fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía ni idea de que iba a regalarle a Justin. Pero ni idea. Me cuesta mucho hacer regalos. Es decir, nunca sé que regalar materialmente. Pensar el regalo perfecto me lleva tiempo y ahora sólo tenía un par de horas para pensarlo. Me estaba empezando a poner nerviosa. En cambio Justin estaba tan tranquilo, tan pancho el tío. Parecía tenerlo todo controlado y eso me preocupaba aún más. Necesitaba una buena idea.


—     ¿Qué le podemos regalar a los niños? —me preguntó Justin agarrándome de la cintura.
—     Están en plena edad de jugar, ¿juguetes? —no era una idea muy original pero era lo que más le gustaba a los niños.
—     Eso había pensado yo.
—     ¡Ya sé! —se me encendió la bombilla— también podríamos regalarles unas entradas a algún parque de atracciones.
—     Podríamos hacer un viaje toda la familia. —propuso Justin.
—     Es perfecto. —asentí energéticamente.
—     Me gusta como pensamos juntos. —sonrió satisfecho.
—     Y que lo digas. —le devolví la sonrisa.
—     Aun así podríamos comprarles algo más a Jaxon y a Jazzy.
—     A Jazzy le gustan mucho las princesas Disney. Que tal algún peluche y alguna de ellas. — propuse.
—     O algo de Dora la exploradora.
—     Justin cariño, Dora la exploradora te gusta sólo a ti. —le di unas palmaditas en el hombro.
—     Eh… —me miró algo cortado.
—     Cielo, la ayudas a seguir el mapa.
—     Eso era antes.
—     Hace unos días.
—     Que no.
—     Que sí.
—     Bueno, ¿y a Jaxon? —cambió de tema.
—     Le gustan los superhéroes, ¿no?
—     Que orgulloso estoy de mi novia. —dijo mientras entrábamos a la tienda de juguetes.


***



Después de haber comprado todos los regalos incluso los billetes del viaje nos dirigimos a casa para guardarlos y ayudar con los preparativos. Aunque tuve que escaquearme unas horas.

Cogí un lápiz de memoria y en él metí cientos de fotos de Justin y mías, las que más nos gustaban, haciendo el tonto, besándonos, sonriendo, posando, en la cama juntos, él dormido, yo, fotos del viaje a Paris y muchísimas situaciones más. Más o menos supondréis por donde va la cosa, ¿no? Efectivamente, quería imprimir todas esas fotos para luego pegarlas en un corcho y regalárselo a Justin. Aunque me daba la sensación que eso era poca cosa para él. No porque fuese Justin Bieber sino por todas las cosas que había hecho por mí, se merecía algo más. Así que se me ocurrió regalarle algo más y tuve la “original” idea de comprarle un animal muy peculiar, el cual iría a buscar mañana por la mañana.


Cuando llegué a casa parecía no haber nadie. Me extrañó ya que aún faltaba hacer la cena, preparar el árbol y arreglarnos para la ocasión. Pero por suerte aún quedaban horas así que suponía que habrían salido a comprar las últimas cosas olvidadas.

Subí las escaleras para entrar en la habitación de Justin pero me detuve al ver que había alguien allí dentro. Sé que está mal espiar pero creedme, cualquiera en mi caso hubiese hecho lo mismo. Al otro lado de la puerta escuché las voces de Justin y Harry y eso me extrañaba muchísimo. Desde lo ocurrido en la fiesta ellos apenas tenían relación y si estaban hablando debía ser por algo importante.

—     Sé que no te gusta oírlo de mí, pero sólo te digo que la cuides. —habló Harry— tío, lo que tienes es oro.
—     Lo sé, cada día me doy más cuenta. —le contestó algo tenso Justin.
—     Sólo quiero que sepas que jamás intentaría algo con ella mientras ella estuviese contigo. —le recordó.
—     ¿Y si no lo estuviese?
Silencio. Era obvio que hablaban de mí.
—     Lo está.
—     Ya, pero, ¿y si no? —volvió a repetir mi novio.
—     Otro gallo cantaría. Es una chica genial, lo tiene todo Justin, tienes mucha suerte. —dejo entrever mi nuevo amigo— pero está contigo y eres mi amigo.
—     ¿Sabes? —habló mi novio— cuando _____ me dijo que me dejaba por ti quise matarte, llegué a dudar mucho…
—     Pero ella no te cambiaría por mí. —rio Harry— ni por nadie.
—     ¿Qué pensaste? —ignoró los “cumplidos”.
—     Me sentí el chico con más suerte del mundo por unos segundos, como te sientes tú cada vez que la tienes cerca.
—     Ya… —dijo cortante Justin.
—     Pero tío, respeto que esté contigo, somos amigos  y sólo estoy siendo sincero, todo va a seguir igual entre todos, ¿vale?
—     Claro tío. —le dio a mano Jus.

El mundo se me paró por completo. Vaya bombazo. ¿Le gustaba a Harry? Madre mía lo que me faltaba. Conociendo a Justin tendría que estar loco de celos pero no pensaba sacarle el tema, no quería hablar de ello. Tenía claros mis sentimientos y no quería hacer daño a nadie.

—     Justin, ¿te estás cambiando? —toqué a la puerta disimulando.
—     No, pasa cielo. —dijo extrañado.
—     Oh, hola Harry. —me hice la sorprendida— ¿dónde vas?
—     A Nueva York, tenemos una actuación y estará allí toda la familia, planes de última hora.
—     Oh vaya, que pena.


Salimos fuera de la casa para despedir a los chicos, me daba pena que se fuesen, había hecho muy buenas migas con todos y me hubiese gustado estar más tiempo con ellos, pero la familia y el trabajo son lo principal. Le di un abrazo a cada uno, especialmente a Harry que era al que más afecto le tenía, me dijo que me cuidase e intercambiamos números. Sabía que tenía claro que no quería nada con él y él no quería nada conmigo mientras estuviese con Justin así que vi bien seguir manteniendo el contacto.


—     Lo has escuchado todo, ¿verdad? —obvió Bieber.
—     ¿Cómo lo sabes?
—     Porque si no jamás me hubieses preguntado si me estaba cambiando, hubieses entrado tal cual.
—     ¿Estás enfadado?
—     No cielo. —besó mi cabello.
—     ¿Celoso?
—     Para nada, confío en ti y en él.
—     Ese es mi Justin. —reí mientras besaba su pecho.
—     Vamos, tenemos que arreglarnos para una cena, ¿no?
—     ¿Ducha juntos? —sonreí pícaramente.
—     ¿Otra vez?
—     Así ahorramos agua. —me excusé.
—     Ya, claro, ahorrar agua. —rio mientras me cogía en brazos y subía las escaleras dirigiéndose al baño.

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Hola unicornios morados, SÍ, ALELUYA, FIESTA, POR FIN SUBO. He tardado más de lo normal pero uno, ha sido por los exámenes al acabar de estudiar siempre terminaba exhausta y mi mente no estaba por la labor y dos hace unos días tuve unos problemas familiares y tuve que viajar a Jaén por unos días. Después no tenía ganas de escribir por el estrés de todo hasta hoy. El capítulo me ha quedado algo más corto de lo normal y es sosísimo pero bueno, prometo que el siguiente será mejor y que no tardaré tantísimo en subir. Máximo una semana.

Deciros que estoy muy contenta por todo el interés que estoy viendo y que ya son más de 100.000, nunca me lo hubiese imaginado de verdad. Y también decir que por mucho tiempo que esté sin subir no dejaré el blog, enserio. Jamás.

Por cierto seguramente en unos días cambiaré el diseño del blog así que no os asustéis si lo véis todo cambiando, ¿vale?


Y NADA, NUEVA MÚSICA DE JUSTIN, PERFUME, PELÍCULA, CORRAMOS EN CIRCULOS, PARTY HARD, NO MÁS SOONS Y YA PARO. JAJAJAJA. Muchas gracias por todo pequeñas os quiero.