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jueves, 26 de septiembre de 2013

Nothing like us. {58}


No puedo perderte

>>Hoy hace exactamente un año que se fue nuestro pequeño ángel. Nuestra pequeña. Hoy, le dedico el capítulo a ella, se merece esto y muchísimo más. Ella se merecería estar aquí, pero no lo está. Recordémosla, siempre ahí, en todos nuestros corazones.
Te echamos de menos Avalanna.<<

Sentí como la adrenalina se extendía por todo mi cuerpo, el corazón me iba a mil, ¿quién era esa mujer y que quería de mí? Pronto me respondí a esa pregunta. Justin. Escondí a Jazzy detrás de mí para que no pudiese ver lo que ocurría siendo tan pequeña le podía causar algún trauma y eso jamás me lo perdonaría.
Respiraba entrecortadamente casi jadeando, estaba nerviosa, las piernas me temblaban, no hacía más que sudar. Mi mente no paraba de buscar una solución para todo esto. Estaba armada, no sabía si la pistola estaba cargada o no pero lo mejor era hacerle caso en lo que me pidiese.

—     ¿Qué quieres? —tartamudeé.
—     Tienes algo que me pertenece. —su intensa mirada me atravesó de lado a lado.
—     Justin. —susurré.
—     Exacto. —rio— te explico…
—     Por lo menos deja a la niña. —no creía conveniente que Jazzy escuchase todo eso.
—     Sabes que no puedo.
—     Jazmyne cariño, tápate los oídos, ¿vale? —le pedí.
—     No me gusta este juego, ¿hemos perdido?
—     No, tápatelos. — le sonreí con un nudo en la garganta.
—     Supongo que no lo sabrás. —empezó su relato una vez que la pequeña me había hecho caso— pero hace bastantes años atrás yo estaba con Justin, él aún no había saltado a la fama, estábamos bien por ese entonces. Pero se tuvo que mudar a Atlanta y llegaste tú. —me apuntó con la arma— tenía ganas de conocerte.
—     ¿Qué culpa tengo yo de eso?
—     ¿De qué?
—     De que se olvidara de ti. —tragué saliva.
—     Justin no se ha olvidado de mí, tú lo ciegas. — ¿en qué mundo vivía esa pava? — he visto que no estáis en vuestro mejor momento y que mejor que actuar ahora. He estado esperando mucho tiempo.
—     Estás loca. —negué con la cabeza a punto de llorar.
—     Quiero que lo dejes y te vayas bien lejos.
—     No.
—     No me tientes. —me amenazó con odio.
—     No. —repetí.
—     Por tú bien, llámalo y déjalo. —me amenazó con la pistola.


No tenía ni idea de lo que era capaz de hacer esa tía y tampoco quería probar suerte, no por mi bien, si no por el de Jazzy. Tal vez si la pequeña no estuviese delante las cosas hubiesen sido distintas. Justin es mi vida y sin él a mi lado después de todos estos meses y después de todo lo que hemos pasado nada tendría sentido. Tan sólo si Jazzy no pudiese ver ni oír, haría cualquier cosa por salvar este momento, por no tener que llamar a mi novio y con todo el dolor del mundo dejarlo y que él probablemente me empezaría a odiar. Tenía que pensar algo rápido, esto no podía acabar aquí. De la flaqueza tenía que sacar fuerzas y dejar a Justin.

Con las manos temblorosas saqué mi móvil del bolsillo izquierdo del pantalón. Lo desbloqueé y de memoria marqué el número de Justin. Aunque él no me pudiese oír no podía parar de disculparme en mi mente, supongo que me hacía sentirme diminutamente mejor. Por órdenes de la psicópata que tenía enfrente de mí puse el móvil en altavoz. Ahogué un enorme sollozo y respiré profundo mientras esperaba a que Justin cogiese el teléfono.


—     LLAMADA TELEFÓNICA —


—     Gracias a dios que has llamado, ____, ¿qué pasa? Dame una explicación por favor, estoy muy preocupado, ¿dónde estás? Iré a buscarte, pero tan sólo…
—     Justin…— ahogué otro sollozo. Era incapaz de dejarlo. Negué con la cabeza, no lo haría. Pero pronto, la loca que tenía enfrente descubrió mi punto débil. Jazzy. Apuntó hacia ella con la pistola y se me desmoronó el mundo— sobre lo que pasó anoche…
—     He sido un completo idiota, perdóname, sé que me quieres y que jamás me dejarías por él ni por nadie y…
—     No, tenías razón. —cerré los ojos por el dolor que me causaba decir esas palabras— no te quiero, sólo he estado ahí por… fama. Y Harry es mi nuevo objetivo. —mentí.
—     ¿Qué? No, no te creo. Estos meses no han sido por fama, nuestra amistad no ha sido por fama, tú no eres así. —dijo nervioso.
—     No era así, nuestra amistad fue real, pero aquí se acaba todo Justin te dejo. —las lágrimas rodaban mejillas abajo y el nudo de mi garganta aumentaba por segundos— supongo que lo siento, no me odies.
—     No se puede acabar aquí. —me exigió.
—     Olvídate de mí Justin, te mereces a alguien mejor.
—     No, yo te quiero a ti. Vuelve conmigo por favor, te perdono, te lo perdono todo, pero…


Hice ver que finalizaba la llamada con Justin pero en realidad sólo lo silencié a él. Haciendo que lo que fuese que estuviese diciendo no se pudiese escuchar pero en cambio él si podía escuchar lo que sucedía al otro lado del móvil. Volví a guardar el móvil en mi bolsillo dejando el micrófono en la parte superior para que pudiese oír bien. Hoy, no estaba dispuesta a perder a Justin.


—     ¿Y ahora qué? Ya lo he dejado, ya tienes lo que quieres. —grité.
—     Buena actuación. —delató mi mentira.
—     ¿Me vas a retener el resto de mi vida en los almacenes de las afueras de Stratford? —delaté nuestra posición.
—     Sólo desaparece, por vuestro bien.
—     Justin me encontrará algún día esté donde esté, me quiere. —le restregué eso por la cara.
—     En ese caso yo me encargaré de que eso no suceda. —volvió a alzar su arma.


Así que era ahora o nunca. Estaba segura de que Justin había escuchado toda la conversación, era prácticamente imposible que no estuviese de camino, aunque bueno, estamos hablando de Justin. Sacudí la cabeza quitándome de la mente todo lo que podía salir mal. Esto saldría bien. Tenía que salir bien. Aunque algo era evidente, hoy alguien acabaría perdiendo a alguien.

Coloqué mis manos sobre las de Jazzy y destapé sus oídos, era hora de que ella saliese de ahí, su hermano no tardaría en llegar y lo mejor era que Jazmyne estuviese fuera cuando él llegase. Me giré hacia ella y le sonreí entre lágrimas. Le gesticulé un ‘vete’ que ella no entendió. No quedaba tiempo.

—     ¡Jazmyne vete! —la empujé hacia la puerta— sube al coche y espera a Justin él vendrá, pero corre, vete. —grité desesperada.
—     Tengo miedo. —sollozó.
—     Jazmyne hazme caso y vete ahora mismo, Justin está fuera, sólo espera en su deportivo, ¡corre! —volví a gritar.

La niña me hizo caso y salió corriendo hacia la puerta. Eso pilló totalmente desprevenida a la ex novia de mi ex novio o mi novio, no sé muy bien que decir en estos momentos.

—     Si vas a secuestrar a alguien primero infórmate de contra quien te enfrentas. —dije mientras le pegaba una patada en la mano haciendo que la arma se deslizase lejos.


Esta era mi única oportunidad.


NARRA JUSTIN:


Estaba en estado de shock por todo lo que acababa de escuchar. No fue hasta que Harry me zarandeó unas cuantas veces que pude reaccionar por mi propia cuenta. Esto tenía que ser un sueño, no me podía estar pasando esto. Ni Jazzy, ni ____, ni yo nos merecíamos esto y mi familia tampoco. ¿Debía informarles? ¿Debía preocuparles? El fuerte tirón de brazo de Harry contestó pronto a mi pregunta. No. Sin darle explicaciones a nadie desaparecimos a toda prisa en el coche negro con cristales tintados.

No paraba de removerme incómodo en el coche, estaba alterado. Si estuviese conduciendo yo probablemente ya hubiésemos tenido un accidente. Por suerte en el momento que ____ me llamó estaba hablando con Harry, él escuchó toda la conversación y él reaccionó más rápido que yo. La llamada se había cortado hace un rato. Lo poco que sé es que Jazzy está con ____, o si más no estaba.


—     Tranquilízate, van a estar bien. —me animó Harry.
—     No, no lo van a estar, ni siquiera sabemos quién está detrás de todo esto, si está armado, si me busca a mí, si las buscaba a ellas. No me puedo tranquilizar. Son mi vida.
—     Estoy tan nervioso como tú y no te imaginas el nudo que tengo en la garganta. —se sinceró el nuevo amigo de ____— pero en lo único que puedo pensar y rezar es en que esté bien, estén. —rectificó.
—     ¿Por qué te importa tanto?
—     Simplemente por qué me importa.

Nos miramos por unos segundos. No sabía cómo interpretar eso, conocía a ____ de dos días y estaba poniendo mucho en riesgo, prácticamente eran desconocidos. Supongo que eso dice mucho de él.  Sacudí la cabeza centrándome en lo importante, mis dos chicas. No tenía ni idea de lo que estaría pasando en estos momentos pero no creo que fuese nada bueno. Por suerte habíamos llegado a nuestro destino. Conocía bien el terreno, cuando era pequeño mi madre me solía llevar a los campos de al lado de los almacenes para volar cometas, siempre me escabullía y curioseaba por los almacenes así que eso era una ventaja.

Harry disminuyó la velocidad, nos fijamos en cada uno de los almacenes, buscando alguna señal que nos diese una pista de donde se ubicaban mi hermana y mi novia. Almacén uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce y trece… donde estaba mi deportivo aparcado en diagonal y otro coche el cual desconocía.

Desesperadamente me desabroché el cinturón, ni siquiera pude esperar a que el coche parara del todo, prácticamente me lancé hacia el asfalto. Eché a correr hacia la puerta del almacén, Harry venía detrás. Parecía que no había ni una sola alma allí. Pronto empecé a pensar que todo esto podría ser un señuelo o que ____ y Jazzy podrían estar en cualquiera de la centena de almacenes que había allí. Pero estaba equivocado.


—     ¡¡Jazzy!! —corrí a grandes zancadas hacia mi hermana— ¿qué ha pasado? ¿estás bien? ¿te han hecho daño? ¿por qué lloras? —la abracé con todas mis fuerzas dejando ir un suspiro de alivio.
—     Estoy bien. —sollozó— ¿hemos ganado ya? —me preguntó a punto de llorar— no me gusta este juego.
—     ¿Q-qué juego? —la miré a los ojos preocupado.
—     ____ me ha dicho que estábamos jugando a policías y a ladrones y que nosotras éramos las ladronas y que si ganábamos me llevaría a comer mi helado favorito.
—     Claro que te llevará cariño. —sonreí amargamente— ¿dónde está ____?
—     Dentro.

Harry y yo nos miramos. Se podía ver a la legua que estaba deseando entrar ahí dentro para ayudar a ____. Me frustraba todo esa situación. No entendía porque había puesto tanto interés en ella. Sí, ____ se hace querer fácilmente, pero, ¿hasta llegar a este punto? ¿Qué había visto en ella que tan fascinado le había dejado? Tal vez ha sido la única persona a parte de mí que ha descubierto lo increíble que es y no quiera perderla. Es una teoría poco sostenible, pero ¿qué más le impulsaría a poner tanto en riesgo? Sinceramente, no creo que hubiese otra teoría.

Harry vaciló en avanzar, le fulminé con la mirada. Agradecía mucho que hubiese venido hasta aquí y que se preocupase tanto, pero era yo quien debía ayudarla y no él. Se ha metido en todo este lio por mi culpa y yo la sacaré de esto. YO soy su novio y no él. Es simple. Así que le pedí que se quedara con Jazmyne mientras yo iba en busca de mi novia. A regañadientes aceptó, pero él sabía que era lo correcto. Quiera o no ella me quiere a mí y a quien agradecerá de ver ahí en estos momentos es a mí.

Abracé fuertemente a mi hermana prometiéndole que traería a ____ de vuelta conmigo. Eso la tranquilizó un poco. La pobre no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Sólo creía ser parte de un juego, un juego bastante peligroso. Dejando a mi hermana a cargo de Harry eché a correr en busca de _____.

Crucé la puerta la cual me llevaría hasta mi novia. Prácticamente arrastraba los pies por el suelo, me costaba caminar. Estaba cansado tanto físicamente como emocionalmente. Eso era demasiado para mí, definitivamente no quería una vida así. ¿Desde cuándo las personas que más quería tenían que verse implicadas a tan grandes riesgos? Jamás lo hubiese imaginado y si pudiese volver al pasado y rectificar mi decisión lo haría. Amo a mis Beliebers, pero no estoy dispuesto a que mi familia pase por esto. Simplemente me supera. Nos supera a todos. Incluso a ____. Siempre ha querido ir de fuerte y lo es, pero nadie, absolutamente nadie aguanta esto.

Después de unos segundos de estar allí dentro pude escuchar unos débiles gritos. No eran gritos de socorro, ni de terror o incluso de risas. Podía reconocer perfectamente esos gritos. Precisamente los había oído anoche. _____ se estaba peleando, no sé contra qué o contra quién pero no me iba a quedar de brazos cruzados. Corrí en hacia los gritos como un poseso. La adrenalina había borrado toda muestra de cansancio en mí, tenía las pupilas dilatadas y el pulso a mil por hora.

Como había deducido me encontré a mi novia y a otra chica peleándose, siendo directo y claro, a hostia limpia. Corrí hacia ella agradeciéndole a Dios que estaba sana y salva. Seguramente tendría algunas magulladuras pero nada grave. Era el momento de acabar con todo eso.


—     _____ para, vamos. —cogí a mi novia por la cintura levantándola del suelo para acabar con la pelea— por favor, estoy aquí, vayámonos y acabemos con todo esto. —le pedí.
—     ¡LA MATO! ¡ZORRA! ¡VUELVE A PONERLES UN DEDO A MI FAMILIA Y TE MATO! —dios mío, _____ en una pelea da miedo, muchísimo miedo.
—     Tranquilízate, estoy aquí, ¿estás bien cielo? —la abracé con todas mis fuerzas— necesito una explicación, ¿qué es todo esto?
—     Llama a la policía Justin. —me dijo aterrorizada, por fin dándose cuenta de que estaba allí— corre. —me empujó temblorosa.
—     ¿Qué pasa? —la zarandeé sin entender.
—     ¡QUÉ CORRAS TE HE DICHO! —me gritó mientras me empujaba hacia adelante corriendo ella también.

Le hice caso y la seguí. No entendía el porqué de su reacción. Hace unos segundos parecía tan segura de sí misma en esa pelea. Y ahora parecía tan débil e insegura. Tenía miedo. Y yo no la podía tranquilizar o proteger si no me contaba a qué le tenía miedo. Daría mi vida por ella. Y ella parece aún no darse cuenta. Pero pronto entendí. Aunque sinceramente hubiese preferido no entender. ____ miró hacia atrás temblando. Y parando en seco. Paré al poco que ella. No me iba a ir de ahí sin mi chica.


—     Alguien puede salir herido, deja eso en el suelo. —le dije a la cara familiar que tenía delante. La persona la cual me había hecho sufrir estas interminables horas.
—     ¿Pensabas irte sin decirme nada? ¿Sin darme una explicación? —me preguntó rota.
—     Pregúntame lo que quieras. —me puse delante de ____ para que no sufriese ningún daño.
—     Justin… —oí sollozar a ____— vámonos de aquí. No quiero que te pase nada.
—     Te fuiste, sin darme explicaciones, no volviste a llamarme. — la reconocía, era María, fue una de mis novias cuando vivía en Stratford.
—     Lo siento… —musité— baja el arma. —le volví a pedir— por favor, estoy aquí por ti.

Esas palabras parecieron funcionar. La chica que tenía enfrente se dejó caer al suelo estallando en un llanto. Esto no estaba bien. Quise acercarme a ella pero ____ me lo impidió. Lo único que ella quería era salir de aquí y dejar toda esta mierda a un lado. Y eso hubiese sido lo mejor para todos. Pero la chica que tenía delante estaba llorando, por mí. Se suponía que le había hecho daño. Sí, sé que ella a mí y a mi familia le había hecho el doble. Pero, ¿y si sufría algún desorden psicológico? ¿Y si hacía alguna tontería? No podía dejarla ahí.

Sé que ____ sí. Digamos que ella es más fría, más rencorosa y más vengativa con las personas que le hacen daño. Si eres importante para ella te aparte de su vida y te deja en el olvido por su puto orgullo. Imaginad que debería sentir por esa chica que la había destruido tanto en tan solo unos minutos. Sabía que estaba llena de rabia, odio y dolor y también sabía que si ayudaba a María ella se enfadaría. Pero si no lo hiciese ya no sería yo.

La miré con una mirada dura, reclamándole que me dejase ayudarla. Y lo más sorprendente es que me dejó. Soltó mi brazo, se dirigió hacia la chica, cogió la pistola del suelo y se marchó sin decir nada. Me odiaba.


NARRAS TÚ:


Le odiaba. Le odiaba con todas mis fuerzas. Tenía ganas de matarlo. De estrangularlo. Había dado mi vida por él. Imbécil de mierda. No me merecía. Eso me había superado. ¿Cómo se atrevía a ir con ella? Que estaba aquí por ella, que lo sentía. Eso debería habérmelo dicho a mí.

—     ¡Vaya días de mierda! —grité abriendo la puerta de una patada y sollozando descontroladamente.
No entendía nada. Estaba ayudando a una persona que había ‘secuestrado’ a su hermana y que además había intentado hacerme daño. Hacernos daño. Era increíble. No cabía en mi asombro. Me derrumbé en el suelo exhausta. Cansada tanto físicamente, como emocionalmente. Necesitaba alejarme de todo esto. Olvidarlo. Olvidarlo todo. Tal vez debería irme a Nueva York con mi familia. Quedarme aquí no estaría bien. La prensa seguía hablando, mi relación con Justin no era la mejor, por no decir que no sabía si quiera si había relación o no. Cambié de opinión pronto. Unas manitas rodearon mi cuello.

—     ¿Vamos a comer helado? —escuché la linda voz de Jazzy.
—     ¡Mi amor! —la estrujé contra mí recuperando parte del buen humor— tendremos que avisar a Jaxon, ¿no?
—     No, siempre se come parte de mi helado. —frunció el ceño.
—     Está bien, está bien. —reí secando mis lágrimas.
—     _____. —escuché la voz de Harry detrás de mí.
—     Harry. —ayudó a levantarme del suelo y lo estrujé con todas mis fuerzas.
—     ¿Estás bien? —me observó detenidamente— estaba muy asustado. —dijo tembloroso.
—     Ya está todo bien. —sollocé.
—     ¿Justin?
—     Estará bien. —asentí mientras las lágrimas empezaban a caer.


Al poco salió Justin con María. Sentí una terrible punzada de celos y odio. Limpié mis lágrimas y subí al deportivo de Justin. Harry, Jazzy y yo iríamos a casa. Y Justin, no tengo ni idea de lo que haría él. No sabéis hasta qué punto estaba de enfadada. Me faltó poco para montar un escándalo como el de anoche. Pero me contuve. También tuve que contenerme para no arrancarle el pescuezo a esa degenerada.

Me hice una coleta para disimular los pelos de loca que llevaba. Y sin siquiera dejar que Justin me abrazase o me besase arranqué el coche desapareciendo completamente de su vista. Durante el camino a casa bromeamos y reímos con Jazzy. Afortunadamente se lo había tomado como un horroroso juego y no tuvimos que darle muchas explicaciones más. Volvía a estar contenta y bien, algo asustada aún pero, bien.
Todo se complicó al llegar a casa. Todo el mundo estaba agitado, alterado, sorprendido y sin palabras a toda esta situación. Querían tomar medidas de seguridad. Querían denunciar a la chica. Pero estaba con Justin y no daban señales de vida. Aún más agitación y más alteración. Todos agradecieron mi acto de valentía. Aunque me regañaron por no haber avisado, pero me comprendieron.


—     Es una locura. —sollozó Erin.
—     Por favor. —llamé la atención de todo el mundo— sólo os pido que lo habléis con Justin, que hagáis lo que tengáis que hacer y que olvidemos el tema. Por el bien de Jazzy y el mío. Sólo quiero que el resto de navidades me compensen este mal trago, por favor. —les pedí a punto de llorar.
—     Tranquila. —me abrazó Harry.
—     Tienes toda la razón ____. —me abrazó también Jeremy dándome todo su apoyo.
—     Es tarde, lo mejor será descansar y esperar a saber algo de Justin. —dijeron los adultos dejándonos solos a los chicos y a mí en el salón.

Miradas preocupantes se posaron sobre mí. Tenía los ojos hinchados por haber estado llorando toda la tarde, mi nariz estaba completamente roja, las bolsas se empezaban a notar en mis pómulos. Mi aspecto era preocupante, pero estaba peor por dentro.

—     Justin es un tremendo gilipollas. —Caitlin fue la primera en opinar— cuando le vea juro que le…
—     Caitlin… —la paró su novio.
—     ¡No Chaz, ya no me callo nada! —estalló.
—     Chicos, es mejor que vayamos a descansar también. —había mucha tensión y es lo que menos necesitaba.
—     Estamos aquí para lo que necesites ____. —me apoyaron todos.
—     Gracias. —les sonreí abrazándolos uno a uno.


***


Me desperté sudorosa y gritando. Había tenido una pesadilla. Una pesadilla horrible. Había soñado con la muerte de Justin. Las lágrimas recorrían mis mejillas. ¿Y si algo malo le había pasado? Necesitaba verlo, besarlo, saber que estaba bien. No aguantaba más sin él. En esos momentos me daba igual lo que hubiera hecho hoy, sólo lo quería ver bien. Conmigo.

Y entonces sentí unos brazos rodear mi cintura. Un perfume familiar llegó a mi olfato. Era Justin. Mi Justin. Me giré para ver que estaba bien. Ningún rasguño, ningún moratón, todo parecía estar en orden. Lo abracé, lo besé, lo acaricié. Y acabé llorando como una estúpida, como él.

—     Estoy aquí pequeña. Tranquila, todo ha pasado. —acarició mi pelo.
—     Justin… —musité.
—     Lo siento. —sollozó entre lágrimas— perdóname, no he estado ahí cuando me necesitabas más. Lo siento ____. —hundió su cara en sus manos y lloró desconsoladamente.
El mundo se me vino abajo.
—     Justin, te quiero y nada de lo que hagas o digas va a cambiar eso. —limpié sus lágrimas— simplemente quiero olvidar todo esto. Pero tienes que ayudarme. Te necesito y no puedo perderte una vez más sino, me muero Justin, me muero.
—     Gracias por todo lo de hoy, nunca pensé que me quisieses tantísimo para arriesgar así tu vida.
—     Tú eres mi vida. —lo besé. Estos dos días sin probar sus labios se me habían hecho eternos.
—     Entonces, ¿estamos juntos?
—     Nunca lo hemos dejado de estar. —le volví a besar.
—     No te merezco.
—     Ya. —reí animadamente.
—     _____ hablo enserio. Eres mi jodida vida. Sin ti nada de esto tendría sentido. No quiero una vida de fama y dinero. Quiero una vida junto a ti. Prométeme que te casarás conmigo, que serás la…
—     Justin, ¿me estás pidiendo que me case contigo? —lo miré en la oscuridad.
—     Sólo que nos prometamos. —me miró nervioso.


___________________________


HOLA, ESTOY VIVA. Pues hoy me voy a enrollar. Empiezo. No he podido subir antes uno, porque he empezado las clases, estoy en bachillerato, (a dos años de la universidad) y me están metiendo mucha caña. Cada día vengo con deberes, trabajos y sólo acabo de empezar, llevo dos semanas. Como comprenderéis cuando acabo de hacer todos esos deberes, por las ocho o nueve de la noche estoy cansada y mi mente no da para más. Hoy tenía la tarde libre y me he dedicado a escribir. Lo siento si tardo mucho pero entendedme. No voy a dejar la novela ni abandonaros, tenedlo claro.

Segundo punto de hoy JAJAJA. ¡¡QUE ADORO VUESTROS COMENTARIOS, JODER!! Si es que sois lo más mejor. ¡¡Y 90.000 VISITAS!! Estoy flipando. Muchas gracias a todas sin vosotras esto, no sería posible. Que sepáis que leo todos los comentarios. Así que comentad y así me dais más ganas e inspiración para subir más rápido porfi.


Y que creo que el capítulo me ha quedado algo mal, es que no estaba muy inspirada. Decidme que os parece cielos. OS QUIERO MUCHOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Nothing like us. {57}

'No me dejes' (MARATÓN)



Miré el móvil de nuevo. Quince llamadas perdidas, cinco mensajes de voz y diez mensajes de texto. Si hubiesen sido de mi padre tendría miedo, mucho miedo. Pero aunque no quería mirarlo sabía que eran de Justin o por lo menos me lo suponía. Ahora no quería contestar, no quería buscarlo, ni llamarlo, hi hablar con él. En realidad la palabra no es querer más bien no podía. Todo eso había llegado demasiado lejos y no quería enfrentarme de nuevo con Justin, no aguantaría otra discusión así.


—     El último en comer paga. —bromeó Niall al ver que no había probado ni bocado.
—     Oh venga, que soy la única chica. —seguí su broma.
—     ¿Seguro? —me miró raro Harry.
—     Idiota. —le pegué un codazo amistoso en las costillas— eso me debería preguntar yo contigo, ¿qué chico tiene unas mayas de chica?
—     Soy vidente, sabía que te harían falta. —se hizo el gracioso.
—     Un día lo descubriré. —le señalé amenazante con el dedo índice.
—     Un día, tal vez. —rio.
—     Entonces, ¿qué tenéis pensado hacer estas navidades? —cambié de tema.
—     Pasaremos unos días aquí y luego pasaremos el resto de navidades con la familia pero en noche vieja hemos de volver a nueva york. —me explicó Zayn.
—     ¿También estaréis? —pregunté sorprendida.
—     Claro, actuamos. —me respondió Niall.
—     ¡Yo también! —dije ilusionada.
—     Entonces volveremos a coincidir pronto. —me sonrió Harry.
—     Al parecer sí y por ese entonces habré descubierto el misterio de estas mayas. —reímos todos.

Seguimos comiendo y hablando de diversos temas, estaba haciendo muy buenas migas con los chicos, son geniales y muy, muy divertidos. Incluso me pidieron que fuese la telonera de alguno de sus conciertos para así poder pasar más tiempo juntos y claramente acepté. Alice estaría encantada. El problema surgió después de comer, cuando los chicos propusieron de ir a casa de Justin. Niall sobretodo se moría de ganas de pasar tiempo con él, para eso habían venido, pero en cambio yo, aún estaba distante por así decirlo y lo que menos me apetecía era ponerle buena cara y hacer como si nada hubiese pasado. La familia de Justin lo hubiese notado fijo. Así que prefería hablar con él cuando no estuviese nadie, por si las moscas.

—     Id vosotros. —insistí por tercera vez— es complicado lo mío con Justin. —reí forzadamente— creo que es conveniente que aún no nos veamos.
—     ¿A qué le tienes miedo? —me preguntó Zayn.
—     A otra discusión como la de ayer. —me encogí de hombros.
—     Te ha dejado decenas de mensajes, no creo que quiera discutir. —opinó Harry.
—     Sois unos cielos chicos, pero no. —sonreí— soy demasiado cabezona.
—     Lo estamos comprobando.
—     Entonces me quedo contigo. —se ofreció Harry.
—     ¡No! —me negué— ¿quieres generar más polémica?
—     Seamos realistas ____, Justin se ha enfadado con los dos, si voy yo a su casa va haber tensión entre nosotros. —se sinceró.
—     Y si te quedas conmigo va a pensar peor aún. —me llevé las manos a la cabeza.
—     Nosotros se lo explicaremos. —me dijo Niall— sólo dime que quieres que le digamos y se lo diremos.

Miré a los tres chicos preocupada, tal vez tenían razón. Aunque seguía sin saber que era peor, que Harry viniese conmigo o que fuese a la casa de Justin. Creo que la segunda opción, ¿o la primera? No sé, las dos tenían inconvenientes y ventajas. Pero tal vez si los chicos hablaban con Justin… ¿o tal vez debería ir yo? ¡Oh dios mío, ¿por qué era todo tan sumamente confuso?!

—     Está bien, quédate conmigo. —acepté— y vosotros dos decidle a Justin, ¡pero no de mi parte! —recalqué— que estoy bien, que le quiero pero que necesitaba despejarme y que Harry ha venido conmigo solo para que no estuviese sola ya que él estaba con los chicos y vosotros dos queríais ir con él, ¿de acuerdo?
—     ¡Todo claro! —rio Zayn.
—     Más o menos. —siguió sus risas Niall.
—     Entonces habla tú con él. —me dirigí a Zayn riendo.
—     Entonces nos vemos cuando quieras volver ____. —me vaciló Niall.
—     Idiota. —le saqué la lengua mientras lo abrazaba levemente.
—     Adiós chicos. —se despidieron los dos.
—     Nos vemos. —dijimos Harry y yo al unísono.

Sabía que al salir del restaurante los paparazzi nos acosarían, nos avasallarían a preguntas, inventarían lo que quisieran y nos dejarían a Harry y a mi fatal. Y todo por ganar dinero. Pero supongo que eso sería algo que debería desmentir y aguantar y es lo que había elegido, esa era mi vida ahora y gracias a mis fans y mis amigos lo llevaba mejor.

—     ¿Qué vamos a hacer? —me preguntó Harry antes de salir del restaurante.
—     Lo que quieras. —no le presté mucha atención, estaba más atenta en encontrar algún paparazzi fuera.
—     ¿Centro comercial? —propuso.
—     Claro. —respondí sumida en mis pensamientos sin escuchar lo que mi amigo decía.
—     ¿Me estás escuchando ____?
—     Claro. —volví a responder.
—     ¿Nos tiramos por un puente?
—     Claro eso suena genial. —seguí en mi mundo.
—     Después podemos coger un avión, pilotar hasta Méjico comprar una casa, casarnos, tener hijos y cambiar nuestros nombres por Eustaquio y Eustaquia.
—     Sí, sin duda me quedo con eso. —seguí mirando por la puerta.
—     ¡¡Tierra llamando a ____!! —me zarandeó suavemente.
—     Vale, perdón. —le miré sorprendida— repítemelo.
—     Déjalo, no creo que esa idea te gustara mucho. —rio— ¿qué te apetece hacer?
—     ¿Dar un paseo? —dije lo primero que se me pasó por la cabeza.
—     Claro. —contestó mi amigo mientras me abría la puerta del restaurante.

Por suerte, al salir del restaurante no nos topamos con ningún paparazzi, estaba segura que más adelante lo haríamos y por desgracia no teníamos coche. Aun así seguimos caminando sin rumbo alguno, simplemente hablábamos de todo un poco mientras nos íbamos gastando alguna que otra broma, reíamos a carcajada limpia sin importar que la gente nos mirase o nos criticase por armar tanto escándalo. Pero a la media hora de caminar sin rumbo esas risas cesaron, una decena de paparazzi nos encontró. Y parecía que amargarnos la tarde con sus estúpidas preguntas no les satisfacía del todo. Sus flashes nos cegaban, y algún que otro empujón te daba ganas de mandarlos a todos a paseo de una patada en el culo y por si fuera poco íbamos sin guardaespaldas así que nos tocó correr.

Apoyé mis manos en mis rodillas para descansar un poco. Los habíamos perdido de vista y con suerte no los veríamos más. Entre jadeo y jadeo soltábamos alguna que otra carcajada, sí, éramos idiotas y nadie podía remediar eso. Las risas cesaron cuando mi móvil empezó a sonar.


—     LLAMADA TELEFÓNICA—


—     Hola. —respondí al ver que era Alice.
—     ¡____ ____! —me gritó al otro lado del teléfono.
—     Eh, relaja la raja. —dije de mal humor.
—     ¿Qué relaje qué? —preguntó confundida.
—     Déjalo, ¿a qué vienen esos gritos?
—     Te he llamado como veinte veces, dios mío ____, ¿qué ha pasado con Justin y con todo eso que está saliendo por la tele? —me preguntó nerviosa.
—     ¿El qué está saliendo por la tele? —abrí los ojos como platos mirando a Harry.
—     Pues fotos tuyas peleándote con Justin, fotos de ti con tres miembros de One Direction y sobretodo tú con ese tal Harry, y… ¿su ropa? —me explicó frustrada— ¿qué cojones ha pasado?
—     Madre mía. —me dejé caer en el suelo— sólo son invenciones, sigo con Justin, nos peleamos sí, pero estamos juntos y Harry es simplemente mi amigo. —cerré los ojos con fuerza.
—     ____, debes arreglar esto como sea, las redes sociales están hablando más de la cuenta. —genial.
—     Es complicado. —me limité a decir.
—     Si quieres a Justin y desmentir todo eso haz lo imposible. —suspiró estresada— no quiero que se cree una mala imagen de ti, tú no eres ninguna busca fama, y la prensa rosa está haciendo todo lo posible por darle la vuelta a la tortilla.
—     De acuerdo, de acuerdo. —negué con la cabeza, cada vez se me iba más de las manos— gracias por llamar Alice.
—     Te mantendré informada. —me prometió— pásalo bien el resto de vacaciones, me habías preocupado pequeña.
—     Tranquila Alice, dale recuerdos a todos, un beso. —me despedí.


La que se había liado en segundos. Esto sólo parecía un pequeño aviso, las cosas se tenían que arreglar ya, no lo podía dejar pasar más tiempo, así que era el momento de hablar con Justin.

Mientras volvíamos a casa de Justin le expliqué a Harry la situación y estaba tan o más sorprendido que yo. No cabía en el asombro de cómo podían inventar tantas mentiras, sabía muy bien lo que querían, rupturas, peleas, conclusión, querían drama dónde nunca antes lo había habido. Pero no se saldrían con la suya, Justin y yo somos más fuertes que todo eso, y superaremos cualquier cosa que se ponga en nuestro camino, cualquier cosa.

Al volver, no nos encontramos a ningún paparazzi, sólo algún que otro fan. Así que llegamos a la casa de los abuelos de Justin sin ningún tipo de altercado, mejor. En la entrada sólo estaba el deportivo de Justin aparcado, así que suponía que los otros miembros de la familia habrían salido. Llamamos repetidas veces a la puerta pero nadie contestó, así que todos habían salido. Veía razonable que no me hubiesen llamado, con todo lo ocurrido con Justin y además si habían estado viendo la tele no sé lo que deberían estar pensando de mí. Aun así cogí la llave de debajo de la alfombra que siempre solía dejar Diane para abrir la puerta en casos de emergencia, este era uno. Nada más entrar mi móvil empezó a sonar. Era Pattie, ay madre.


—     LLAMADA TELEFÓNICA —


—     Pattie. —contesté sonriente.
—     Cielo, ¿estás en casa?
—     Justo acabo de llegar. —qué casualidad.
—     Necesito pedirte un favor.
—     Lo que sea, dime Pattie.
—     Hemos salido a comprar algunas cosas y también a comer algo. —me explicó— Jazzy no ha podido venir porque ha ido a un taller de manualidades, ¿podrías ir a buscarla?
—     ¡Claro! —acepté ilusionada— sólo dime dónde y a qué hora y ahí estaré. —reí.
—     Está algo lejos, coge el deportivo de Justin. —me ofreció, (chicas cambio una pequeña cosa, imaginad que hace unos meses os habéis sacado el carnet de conducir, ¿vale? Ahora podéis conducir jajajaja, venga os dejo leer ya).
—     No hace falta. —me negué.
—     Me ha dicho que te lo diga él. —me aclaró— ¡Mamá! —escuché la voz de Justin al otro lado del teléfono.
—     Bueno, de acuerdo. —acepté no muy convencida— me da miedo conducir ese coche.
—     Está lejos y a Jazzy no le gusta caminar, lo decimos por tu bien.
—     Vale, vale. ¿Las llaves? —reí.
—     Están en la mesita de noche de la habitación de Justin. —me indicó Pattie— a las cuatro y media en la calle Mayor, búscalo en el GPS.
—     Vale, entendido, ahí estaré. —sonreí para mí.
—     Muchísimas gracias de parte de Erin y Jeremy.
—     No es nada. —volví a reír— hasta luego.

Le conté a Harry lo que tenía que hacer. A pesar de mi insistencia en que me acompañase para que así no se tuviese que quedar sólo prefirió no venir conmigo, decía que montaríamos más drama y que lo mejor era que esperásemos a que se calmaran las cosas. No por él, sino por mí. Así que le hice caso, tal vez si era mejor que fuese sola sino las redes sociales y las telecomunicaciones hablarían más y más sin saber.

Con muchísimo miedo, no sabéis cuanto cogí las llaves del deportivo de Justin. Esta sería la primera vez que lo conduciría. Hacía unos meses que me había sacado el carnet del coche y por ahora sólo había conducido el coche familiar. Un Mercedes todoterreno negro, lo adoraba. Pero no había llegado más lejos de eso. Y pasar de un todoterreno a un deportivo era mucha diferencia. Pero confiaba en no aboyar más el coche, o si más no en no tener ningún accidente, sí me conformaba con eso. Antes de irme Harry me indicó unas cuantas cosas para conducir mejor el coche y antes de marchar me puso la ruta que tenía que seguir para llegar al lugar. Con algo de suerte llegaba sana y salva, no, exagero, soy buena conductora, novata, pero bueno.

En el camino al taller de manualidades, casi atropello a una anciana, me salté un semáforo, y el coche se me caló unas diez veces, pero lo importante es que llegué puntualmente. Aparqué el coche como pude y salí rápidamente a buscar a la pequeña de la casa.


—     Hola. —llamé la atención de una de las monitoras al llegar a la estancia.
—     Hola preciosa, ¿qué te trae por aquí? —me sonrió amablemente.
—     Verás, vengo a buscar a Jazzy. —la busqué con la mirada.
—     Oh, hace unos minutos la acaban de venir a buscar. —hizo una mueca rara.
—     Imposible. —fruncí el ceño, ¿era una broma o algo por el estilo?
—     Sí, una tal ____ ____. —dijo mi nombre.
—     ¿Qué? —no, no, no, no, no, no, no, no. Unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de mí— ¿cómo era la chica?
—     Pues no sabría decirte, iba de negro, pelo rizado castaño bastante oscuro y poco más.
—     Esto es una broma. —me llevé las manos a la cabeza— yo soy… — mi móvil empezó a sonar, miré la llamada entrante asustada. Número oculto.


—     LLAMADA TELEFÓNICA —


—     ¿S-sí? —contesté asustada.
—     ¿Has ido a buscar a Jazzy ya? —oí al otro lado del teléfono una voz burlona.
—     ¿Quién eres? —estaba a punto de estallar en llanto.
—     Alguien que tiene muchas ganas de conocerte.
—     ¿Qué mierda quieres? —una lágrima recorrió mi mejilla temiéndose lo peor.
—     A ti. —su risa resonó en mi cabeza.
—     ¿Y Jazzy? —es lo que más me importaba en este momento.
—     Está conmigo. —respondió la mujer— si sigues mi juego te la devolveré.
—     ¿Qué juego? ¿Qué quieres, joder? —grité desesperada saliendo del local en el que estaba.
—     Sh, cálmate cielo. —siguió riendo— si quieres que la pequeña Jazzy Bieber esté bien, ven sola. —recalcó esa palabra— a los almacenes de las afueras de Stratford, los abandonados.
—     ¿Ya e-está? —sollocé.
—     Ni una palabra a nadie, o lo lamentarás. —me gritótrae cinco mil dólares, ese será el precio que tendrás que pagar ¿entendido?
—     S-sí. —siseé.
—     Adiós cielo, y que la suerte esté siempre de tu lado.

Estaba temblando como un maldito flan. En cualquier momento caería desplomada al suelo, pero ahora no podía tenía que ser fuerte y hacer todo lo que me había dicho esa maldita voz. Oh dios mío, ¿eso era un secuestro? Por favor no, mierda, joder. Entré en el coche y al segundo empecé a llorar como una loca, a darle golpes al volante y a maldecir a todo ser de este maldito mundo. Esto no me podía estar pasando a mí, a mí no. ¿Qué había hecho para merecer esto? Pero ahora no era momento de lamentarse, tenía que ser rápida y astuta, esto no es un juego o una película, es la vida real y eso me estaba pasando a mí y no a un personaje, así que debía de actuar de inmediato. Estaba cagada, ¿qué me pasaría? Pero al parecer eso no me importaba, la felicidad de mi novio y la de su familia importaba más que todo lo que me pudiese pasar a mí.

Busqué en el GPS cualquier banco que pudiese estar abierto a esa hora. Y conduje como una maldita posesa hacia allí. En mi estado era imposible pensar en algo claro, lo único que quería era acabar con todo y si conducir hasta desgastar las ruedas de la velocidad me había acabar antes las desgastaría.


—     Hola. —saludé a uno de los banqueros aun temblando.
—     ¿En qué puedo ayudarle? —contestó a mi saludo.
—     Necesito sacar cinco mil dólares ahora mismo. —me apresuré.
—     Esa es una cantidad muy grande, no sé si disponemos de…
—     ¡Necesito esos malditos cinco mil dólares, me da igual si tienen que mover cielo y tierra para conseguirlos, pero los quiero ahora! —le grité.
—     A-ahora le pongo con el director del banco. —me respondió asustada.
—     Vamos, vamos. —susurré para mí misma moviéndome de aquí para allá nerviosa.
—     Buenas tardes soy…
—     Ahórrese las presentaciones, necesito el dinero ya, me da igual si luego le tengo que pagar el doble de intereses, lo necesito. —le supliqué mirándole a los ojos.
—     Deberá firmar algunas cosas… —‘aceptó’.
—     Lo que sea. —le seguí hasta una mesa.

Sin leerme ese montón de papeles firmé donde me indicaron, por suerte tenía una cuenta en el banco que tenía más del dinero pedido y por suerte también podía sacar cualquier cantidad sin la aprobación de un adulto. Así que después de estar un rato firmando cosas, metí el dinero en una bolsa de deporte que Justin siempre llevaba en los asientos traseros del coche, no me preguntéis para qué, pero la llevaba. Algo más tranquila por tener el dinero subí al coche de nuevo, volví a poner el nombre del destino en el GPS y arranqué como una loca el coche para llegar lo antes posible hasta allí.

En cuestión de minutos había llegado a mi destino. Un lugar desolado, lleno de almacenes abandonados, estaba desierto, muerto. El lugar perfecto para esconderte si no quieres que te encuentren. Seguí conduciendo hasta encontrar alguna pista que me indicase a que almacén debía entrar. Un coche plateado todoterreno me indicó que mi almacén era el número 13.

Aun temblando y sin salir de mi asombro por lo rápido que habían cambiado las cosas cogí el dinero y salí del coche. Pero tan sólo al poner un pie en el asfalto mi móvil empezó a sonar.


—     LLAMADA TELEFÓNICA —


—     Justin… —sollocé asustada al ver que era su número.
—     ¿Dónde demonios estas? —me preguntó nervioso.
—     No, no sé. —estaba bloqueada.
—     _____, ¿por qué has sacado tanto dinero del banco? —sollozó él ahora.
—     ¿Cómo sabes eso? —‘es Justin Bieber, lo sabe todo’ me contesté a mí misma.
—     Dime que no vas a hacer ninguna locura, prométeme que no me vas a dejar, lo siento…
—     Justin, te tengo que dejar. —dije entre lágrimas.
—     ¿Por qué lloras? ¿Qué pasa?
—     Adiós Bieber. —sonreí al recordarlo.

Las cosas se complicaban cada vez más y más y no me quedaban ideas para arreglar todo ese desastre. Simplemente estaba bloqueada, trastornada, tenía un nudo en la garganta pero ni siquiera me podían salir las lágrimas. ‘Para de pensar, no es el momento, tienes que actuar ya, esto está pasando de verdad’. Pensé para mí misma.  Y así lo hice, con paso decidido pero tembloroso me dirigí hasta la puerta del almacén. La abrí lentamente intentando no hacer ruido, pero un chirrido estrepitoso delató mi presencia allí. Empezaba bien. Caminé unos metros, pero sólo había cajas y algunas escaleras que conducían hasta la segunda planta. Empezaba a pensar que me había equivocado de edificio cuando la silueta de una niña sentada en una silla me indicó todo lo contrario.

Tiré la bolsa al suelo para echar a correr hacia Jazzy. Corrí como una desesperada sin importarme nada. Lo importante en ese momento era la pequeña. Cuando me faltaron unos metros para llegar a ella pude reconocerla y al instante la tuve entre mis brazos, imposible, no podía ser tan fácil como eso.


—     Jazzy cariño. —lloré y reí al verla bien— ¿estás bien? ¿te han hecho algo? ¿te ha pasado algo? — la examiné por todas partes.
—     No. —me abrazó sollozando— tengo miedo, ¿qué pasa?
—     Mira cielo, vamos a jugar a un juego. —me inventé para no asustarla— esto es como policías y ladrones, ¿has jugado alguna vez?
—     Sí, con Jaxon y Justin. —se frotó los ojos.
—     Bien, yo te robo a ti, nosotras somos las ladronas y tenemos que escapar de la policía, ¿vale? —le sonreí nerviosa.
—     Vale. —me sonrió algo más tranquila. Había colado— ¿qué pasa si ganamos?
—     Mmm…— pensé— te invito a tu helado favorito.
—     ¿En invierno? —dijo ilusionada.
—     Exacto.
—     ¿Y si perdemos?
—     Ganaremos. —le aseguré, aunque seguridad es lo que me faltaba, ni siquiera sabía a quién o a quienes me estaba enfrentando.
—     Que bonito. —escuché una voz detrás de mí.
—     No te acerques. —la amenacé.
—     Eh, eh, ¿desde cuando tienes derecho a pedir?
—     Basta. Ahí tienes tu maldito dinero. —escondí a Jazmyne detrás de mí— déjanos ir.
—     Si fuera tan fácil querida. —logré ver su rostro y no tenía la más remota idea de quien era.
—     Es fácil, nos dejas, tienes tú dinero y todos felices.

—     El dinero era sólo un señuelo. —rio— te quiero a ti —sacó una pistola de detrás de su pantalón— ¿me vas a hacer caso?