Seguidores

sábado, 25 de octubre de 2014

Nothing like us {68}


No quiero que cuando me hunda te hundas conmigo


Llevábamos unos meses de tour, y sin duda los últimos conciertos habían sido los más difíciles de toda la gira. Nos encontrábamos en Europa, concretamente en Londres. Siempre había querido ir a Londres, me gustaba el ambiente londinense, la gente es muy amable, las calles siempre están limpias, hay un montón de sitios turísticos por visitar, eso sí, en mi corta estancia encontré un punto en contra, no sé si era el mes, la llegada de la primavera o la gente que hubo en el concierto, pero los fans no fueron del todo agradables.

En las últimas semanas Justin había bajado bastante de peso, sufría mareos y a menudo se encontraba mal. Pero él insistía en seguir, no se podía cancelar ningún concierto, ni uno. Eso para él era impensable, sólo quería hacer felices a sus fans, que disfrutasen con su música y él deseaba encontrarse mejor encima del escenario. Dónde allí sólo había sitio para él y sus beliebers, nada de críticas, ni de malos rollos, ni de molestos paparazzi, en estos meses el escenario se había convertido en el refugio de Justin.

A veces tenía le sensación que ni siquiera yo podía consolarlo, el odio había crecido tantísimo, su fama también, al igual que los rumores, los altercados en los países, en las calles e incluso en los conciertos.


—     Llegamos muy tarde. –repitió Justin.
—     Lo sé Justin, te hemos escuchado la primera vez, pero no podemos hacer nada. –Scooter estaba estresado.
—     Estarán decepcionadas. –me miró preocupado buscando consuelo.
—     Cielo, llegaremos, te cambiarás y lo primero que harás es explicarles lo que ha pasado, ¿sí? –le acaricié dulcemente- son tus fans, te entenderán.
—     _____ tiene razón, no llegas tarde por gusto. –Ryan le dio unas palmadas en el hombro.
—     ¿Qué más da? Hay beliebers que llevan haciendo cola semanas. –era imposible hacerle entrar en razón.
—     Justin Drew Bieber Mallette. –le señalé con el dedo índice- jamás en la vida te dejaría dar un concierto en las condiciones que estabas hace una hora, ¿me oyes? La salud es lo primero. –le regañé- por mí como si está el Papa de Roma esperando.
—     ¡Amén! –sentenció Ryan. 

Llegamos al estadio Arena en unos veinte minutos. Todas las fans habían entrado. Sólo faltaba su ídolo por llegar, con dos horas de retraso. Justin tenía fiebre, había tenido dificultades para levantarse de la cama pero unos antibióticos le habían ayudado. Era tan terco. Ni así quería suspender el concierto. “Para muchas de ellas debe de ser el mejor día del año, llevan muchísimos meses esperando” trataba de convencerme. No quiso dar su brazo a torcer y ahí estaba con fiebre, enfermo y a punto de salir al escenario.

No hubo demasiados gritos, ni tampoco demasiados llantos, en el estadio se podían oír los abucheos de algunas de sus fans, ¿fans? ¿Qué digo? A eso no se le puede llamar ni fans. Justin consiguió explicar su situación pero muchos o no le creyeron o no supieron entenderle.

—     Juro que como salga ahí, a las que están abucheando les escupo en la cara. –miré enfurecida a Scooter.
—     _____... –me regañó el mánager de mi novio.
—     Ni _____ ni hostias. –caminé nerviosa- Justin está mal y esto le hará ponerse peor.
—     _____ tiene razón donde mejor está es encima de un escenario, si ahora no se puede sentir cómodo ni ahí. –comentó la coreógrafa de Jus, que se presentaba en algunos conciertos.
—     Enserio, quiero salir ahí. –miré a Scoot- debo salir ahí. –me dirigí hacia la puerta dispuesta a hacer alguna cosa.
—     Eh, eh, eh, quieta parada ahí. –me paró los pies- Justin es mayorcito. –me miró buscando mi aprobación- saldrás ahí sólo para cantar jovencita, no quiero líos.

Me senté en el sofá que había en el camerino. ¡Todo esto era tan injusto! Sé lo que es querer ir ver a tu ídolo esperar meses y meses para verlo, pero enserio, dos horas de retraso por encontrarse mal no son motivo para abuchear a la persona que tienes como modelo a seguir. Justin no se merecía eso ni por asomo. Sé que mi punto de vista no es muy objetivo porque Justin para mí es lo mejor que me ha pasado en la vida pero creo que hasta una verdadera belieber lo vería mal.

—     Alegra esa cara mujer. –Ryan se sentó a mi lado- hace días que pareces triste.
—     Sólo estoy cansada. –sonreí a medias.
—     A mí no me puedes vender ese cuento, lo he escuchado cientos de veces. –alzó una ceja- cuenta.
—     Ryan… -me quejé, no tenía ganas de hablar.
—     _____ no vas a tener a un amigo más cerca de lo que estoy yo. –tenía razón- Caitlin y Christian están liados con sus asuntos, tienen muchos planes y no creo que vengan, tu familia está en Atlanta también tienen muchas cosas que hacer y Justin está mal.
—     Está ausente. –le miré entristecida- odio verle así, jamás antes lo había visto tan mal y sinceramente me da igual como esté yo, yo quiero que él esté bien y no lo está. Las cosas parecen ir de mal en peor, nuestra relación es… es inexistente. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no pasamos tiempo a solas o cuánto hace que no nos damos un beso en condiciones?
—     Es complicado, lo superaréis.
—     Lo sé, y sé que no es su culpa, sé que él no tiene la culpa. –me sequé una lágrima- no me preocupa nuestra relación, me preocupa él. –hacía semanas que Justin estaba como deprimido- no sé qué hacer.
—     Nadie sabe qué hacer. –se encogió de hombros- yo también intento animarlo pero son pocos los ratos que está contento. _____ a veces son sólo rachas, esto es una mala racha que superaremos todos juntos.
—     Eso espero. –suspiré algo aliviada- toda esta fama es…
—     ¿Frustrante?
—     Sí.
—     Pero es…
—     Es lo que hemos elegido, lo sé. –me encogí de hombros- pero hay personas que no entienden que somos humanos, nosotros también nos equivocamos, nos ponemos enfermos, nos enfadamos, la gente espera que todo lo que hagamos sea perfecto y eso es completamente imposible.
—     Esperan eso porque sois iconos mundiales. – ¿estaba intentando consolarme?
—     Oye, ¿tú de qué lado estás? –golpeé su brazo.
—     Es obvio que del vuestro. –rio Ryan.
—     Pues no lo parece. –acabé riendo yo.

Hablar con Ryan me tranquilizó y me animó a seguir adelante. Hacía tiempo que no me desahogaba con nadie, no había recibido llamadas de Caitlin ni de Christian en semanas, no quería hablar del tema con Justin, él ya estaba demasiado hundido, tampoco quería hablarlo con mi padre, eso sería alentarlo a viajar medio mundo sólo para decirme lo que fácilmente me podía decir por teléfono. Así que Ryan tenía razón, prácticamente el único amigo que tenía cerca era él.

Al finalizar el concierto Justin se despidió de sus fans, les dio las gracias decenas de veces y volvió para el backstage. Ni un abrazo, ni un saludo, ni una mirada para nadie. Entró al baño y se encerró para cambiarse.

—     Genial. –estaba a punto de derrumbarme- mirad yo me voy.
—     Déjala. –Alice, mi manager, paró a Scooter- todos necesitamos un respiro, ha sido un día duro.
—     Nos vemos en el hotel. –me dirigí hacia la puerta.
—     Ten mucho cuidado, jovencita. –Alice me miró con pena.
—     Sí, sí. –me fui.

Necesitaba estar sola, esa situación me frustraba, me moría de ganas por abrazar a Justin y consolarlo pero sentía que nada de lo que hiciese ayudaba. Lo había intentado todo y no había funcionado nada. Me dolía estar así, me quemaba por dentro. Y hoy me había cansado. Había tirado la toalla. Y después de meses, mi orgullo había aparecía de nuevo.

Había pasado unas horas caminando, buscando un lugar tranquilo en el cual poder relajarme, irónicamente acabé en un Starbucks. No había demasiada gente, así que me quedé. Me pedí un chocolate caliente y me senté al lado de la ventana. Allí perdí la noción del tiempo. Mi cuerpo no respondía, no quería moverse de ahí. Tal vez porque sabía que al llegar al hotel encontraría la amarga cara de Justin y probablemente una pelea, una Alice enfadada por haber ignorado el móvil durante toda la tarde y personas preocupadas por desconocer mi paradero. Necesitaba alejarme del caos que se había vuelto mi vida. Y lo más fácil era huir. ¿Huir? ¿Desde cuándo me había vuelto tan cobarde? ¿Ya no tenía agallas para enfrentar a un problema de frente? Tienes agallas, pero no fuerzas.

Pasé horas mirando por esa ventana, mirando a la gente pasar, a un paisaje que no iba a cambiar, observaba detenidamente las nubes y su curso. No era un planazo, pero era mejor que estar encerrada y amargada en una habitación.

—     Aleluya, estás aquí. –escuché detrás de mí.
—     ¿Qué? –dije para mí.
—     Debo reconocer que me lo has puesto algo fácil.
—     ¡Harry! –quedé muda- dios, no, pero, enserio, qué, cómo, ¿aquí? –le abracé fuertemente.
—     Vaya, creía que seguirías enfadada. –acogió mi abrazo.
—     ¿Qué haces aquí? ¿Me buscabas? ¿Cómo me has encontrado? ¿Por qué? –le pregunté asombrada.
—     Estás más delgada. –frunció el ceño.
—     Y tú tienes más pelo. –imité su gesto.
—     Que ataque más gratuito. –reímos.
—     E-espera, casi me lías. –inspiré- ¿qué haces aquí?
—     Cierto, se me olvidaba que eras tan impaciente. –sonrió- no es muy complicado.
—     Que estés en el mismo lugar que yo, que me hayas estado buscando y que me hayas encontrado en una ciudad tan grande como es Londres es complicado y no es normal. Te escucho.
—     Bueno, me enteré de que venías aquí por la gira de Believe Tour, hoy era el primer concierto, así que te llamé después de que acabase, como era de esperar no me lo cogiste, entonces tuve que llamar a Alice…
—     ¿Cómo tienes su número?
—     Mi mánager. –alzó una ceja.
—     Vale, vale. –lo pillé al vuelo- las preguntas al final.
—     Buena chica. –sonrió satisfecho- como iba diciendo, ella es la que me ha dicho que te habías ido, pero no tenía idea donde, así que pensé. Es la primera vez que vienes a Londres, buscarías un sitio tranquilo ya que si sales sin Justin es que algo va mal, seguirías las indicaciones de las calles y eso sólo te llevaría a sitios conocidos, desesperada entrarías a un Starbucks y este es el más grande y el que menos lleno suele estar. –respiró.
—     Guau, o eres un genio o soy muy predecible o has contratado a un detective privado para espiarme y saber todo eso de mí.
—     O te conozco. –puso su mano encima de la mía- ¿qué va mal?
—     ¿Por qué has venido? –no lo entendía- siempre que hemos coincidido he estado pasando una mala racha y solía sacar lo peor de mí, siempre te has tenido que preocupar tú. –suspiré- y lo siento. No suelo ser así, siempre acostumbro a reírme por todo, a estar feliz y a ser yo la que se preocupa y la que protege a los demás pero…
—     Estoy aquí porque te comprendo. ¿Crees que no he pasado cosas así? Lo tuyo es más difícil, tener que ir con tu novio de gira con toda la presión os des…
—     Dilo. –sonreí entristecida.
—     No me malinterpretes. –se arrepintió.
—     Nos destruye, lo sé. –volví a mirar por la ventana.
—     ¿Quieres hablar de ello? –puso su otra mano debajo de la mía.
—     No. –seguía en la fase de huida- ¿me enseñas la ciudad?
—     Por supuesto. –asintió sonriente.
—     Y de paso vamos a una peluquería.
—     Oye, ¿pero qué tienes en contra de mi pelo? –reímos.
—     Tiene más volumen que el mío. –le saqué la lengua y rompimos a reír de nuevo.

Paseamos durante horas y, en vez de conocer la ciudad nos conocimos entre nosotros. Harry es un buen chico, tiene algo que me hace confiar en él, será por qué desde el principio él ha apostado por mí, no sé la razón, tampoco me interesa, sólo sé que ahora tengo un apoyo más  allá donde vaya y es de agradecer. Al fin, durante esa larga tarde, pude desconectar de todo.

—     ¡Oh dios mío, es tardísimo! –me asusté al ver el reloj de Harry- dime que va adelantado.
—     Va atrasado. –se le escapaba la risa.
—     Menos mal… -le miré- ¿Cómo? Madre mía, ya deben haber llamado a la policía.
—     _____, tranquilízate. –me cogió por los hombros- Alice debe suponerse que estás conmigo.
—     Me mata igual. –eran las diez de la noche- y tengo hambre. –Harry rompió a reír- ¿Qué? ¡No he cenado!
—     Te invito a cenar. –dijo entre risas.
—     Si quieres ver una patrulla de coches, un par de aviones y un tanque buscándome por la ciudad, por mi bien. –acabé riendo también- oye, no tiene gracia, debo marcharme.
—     ¿Te llevo? –se levantó del puente del que estábamos sentados.
—     Cogeré un taxi, gracias. –le revolví el pelo.
—     Te veo mañana entonces. –me devolvió el gesto.
—     ¡Hecho! –nos abrazamos- y gracias. –él negó con la cabeza sonriendo.

Había conseguido animarme, pero ya era hora de volver a la realidad.

Fue en el camino hacia casa donde después de horas sin atender al móvil lo miré. Lo que había ahí era pero que cincuenta llamadas perdidas de mi padre y eso ya es decir MUCHO, pero que MUCHO. Tenía tres de Alice, una de Scooter, una de mi padre y treinta, sí, sí, TREINTA de Justin. Me pasé el móvil de una mano a la otra indecisa, ¿los llamaba ahora o me esperaba a estar en el hotel? Debía hacer algo si no quería que estallase una tercera guerra mundial, así que envié un mensaje a Alice explicándole lo ocurrido y, que iba camino del hotel. Su respuesta fue un simple: Genial, nos vemos x.

¿Tantas llamadas para nada? ¿Enserio? Llegué al Hotel en menos de diez minutos ya que había poco tráfico. Algunos fans seguían esperando en la entrada, pero no tuve la ocasión de saludarlos debido a que entramos por el aparcamiento subterráneo. Pagué al taxi y subí con el ascensor hasta nuestra planta. No fue una casualidad que me topase con Alice.

—     ¿Qué tal ha ido? –me sonrió tiernamente.
—     Bien, Londres es maravilloso.
—     Y los londinenses también. –alzó sus cejas.
—     Ah… ¿Va a segundas?
—     Harry es genial.
—     Eh, eh, eh. –posé mis manos en sus hombros- aunque tenga ganas de estrangular a mi novio, que es Justin. –le recordé- Lo amo y no puedo ni podré pensar en nadie más que no sea él.
—     Lo sé, pero puedes mirar a otros chicos. –rio.
—     Alice… -acabé riendo- Ah, por cierto, ¿por qué me has llamado?
—     Justin me lo pidió. –se encogió de hombros- deberías hablar con él. –alcé una ceja- Oye, conozco esa cara y entiendo que estés enfadada pero, es Justin.
—     Ya, él se equivoca y luego me dice lo mucho que se ha equivocado y lo mucho que soy para él y todo vuelve a estar bien.
—     ¿Prefieres que haga como si nada?
—     Preferiría que pensase antes de equivocarse así conmigo. –me crucé de brazos.
—     Tú también te equivocas y haces lo mismo. –alzó las manos- soy objetiva cielo.
—     Bueno, me voy. –dije señalando el pasillo.
—     Te has quedado sin argumentos. –rio.
—     Adiós. –la fulminé con la mirada.


Debo reconocer que vacilé varias veces antes de entrar a la habitación. Estaba confusa, no sabía si estaba enfadada, molesta o decepcionada o si realmente me encontraba en algún estado de ánimo en concreto. Raro, ¿verdad? Así que me senté contra la pared y me puse a reflexionar sobre lo que quería decirle a Justin y llegué a la conclusión que no tenía que decirle nada que no le hubiese dicho ya. No tenía ni ganas ni fuerzas. 

Se abrió la puerta. 

Miré hacia arriba e instantáneamente me encontré con los ojos miel de Justin. Estaban vidriosos. Mi corazón se partió en miles de pedazos. Se creó un silencio mortal y apareció un nuevo dilema, ¿quién iba a ganar este pulso? ¿El orgullo o el corazón?

—     Te he estado llamando. –un suspiro de alivio se escapó de su boca.
—     Lo sé. –conseguí articular después de un rato. Y nos quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro. No pude aguantar ese silencio por mucho tiempo, iba a romper a llorar, así que entré hacia la habitación.
—     ¿Dónde estabas? –la puerta se cerró detrás de mí.
—     Por ahí. –contesté sin darle importancia.
—     Estaba muy preocupado. –tiró su pelo hacia atrás frustrado.
—     Un poco tarde para preocuparte, ¿no? –le reproché dolida- Justin, ¿puedes imaginarte lo mal que lo estoy pasando?
—     ¿Y crees que yo lo estoy pasando bien? –miré hacia otro lado- mi vida es un caos y se desmorona por momentos, lo que menos necesito es perderte ahora.
—     ¿Y te has parado a pensar en lo que necesito yo? –seguían los reproches.
—     ¿Por qué crees que te he buscado? –subió el tono de voz- porque me he dado cuenta de que soy un completo imbécil que…
—     Justin no sigas. –le miré- ahora me pedirás disculpas, estarás muy arrepentido, de aquí a una semana pasará lo mismo, temerás perderme y volverás a darme el mismo discurso. –mis ojos se llenaron de lágrimas- ya vale de jugar así conmigo, ¿no?
—     ¿De veras crees eso? –su cara se había descompuesto- jamás jugaría contigo, sabes lo mucho que te quiero.
—     Justin, a la persona que quieres no la alejas, la acercas.
—     Te alejo porque no quiero que en el momento que me hunda te hundas conmigo. –echó su cabeza hacia atrás intentando reprimir sus lágrimas.
—     Y, entonces, ¿por qué me has buscado? ¿por qué estás aquí, si tanto miedo tienes de que me caiga contigo? –me acerqué a él.
—     Estoy aquí porque nunca acierto en nada. –se acercó ahora él- sé que no te merezco pero estoy malditamente enamorado de ti.


Le miré fijamente a los ojos, era difícil expresarme en ese momento, así que dejé que mis ojos hablaran por mí. Y fueron pocos los segundos que pasaron cuando rompimos a llorar. Justin me atrajo hacia él, colocando mi cabeza en su pecho. Quedamos fundidos en un abrazo, sus brazos rodearon mí cuello y los míos su cintura. Se sentía tan bien tenerlo cerca. 


***


Me di cuenta que a Justin le había subido la fiebre y acabé desesperándome. Dejé a un lado toda esta pelea y me preocupé por su salud. Totalmente en contra de su voluntad y con alguna pelea por en medio, le preparé un baño, le hice la cena, fui a buscar y le preparé la cama.

Debéis estar pensando que soy una completa estúpida, que después de todo lo que ha pasado he vuelto a preocuparme más por él que por mí. Y si, tenéis algo de razón, pero Justin es mi debilidad y verlo así es duro, muy duro. Pongo las manos, las piernas y todo lo que tengo en el fuego que si fuese al revés él lucharía por esto hasta el final. A pesar de mis pocas fuerzas por ello, verlo enfermo, tan decaído y roto me partió el corazón y volví a caer. Así que no era una opción el no ayudarlo.

Una vez en la cama y dormido, estuve velándole el sueño a Justin. Acariciaba su pelo mientras lo miraba detenidamente. Era tan bello. ¿Cómo diablos podía quererlo tan y tan fuerte? Volvieron a aparecer las lágrimas y fue la necesidad de decirlo en voz alta lo que me llevó a susurrarle unas palabras que anteriormente no había podido.


—     ¿Lo sientes? Aún estoy aquí, siempre estaré para ti, te lo prometí y aunque me alejes siempre estaré junto a ti. –más lágrimas- fue lo que intentaron decirte mis ojos antes, pero que difícil es hablar así. –besé su frente y al levantarme de la cama algo me lo impidió.
—     Lo sé y jamás dejaré que te vayas, yo también te lo prometí.

Mi corazón iba a cien. Justin volvió a tirar de mí e hizo que cayese de nuevo en la cama. Se incorporó y me miró en la oscuridad. Limpió mis lágrimas y sonrió. Había echado tanto de menos esa sonrisa, esa sonrisa que tantas veces me había levantado el ánimo y me había hecho reír incontroladamente. Sonreí, sonreí de verdad. Y después de tanto, nos volvimos a fundir en un tierno y dulce beso.


Había vuelto a ganar el corazón.


______________________________________


Hola criaturitas, debéis tener unas ganas de matarme increíbles, pero ya he vuelto, esto es oficial y el capítulo lo demuestra. Como dije ya daré explicaciones con un video o algo, me han pasado tantas cosas que fliparéis, pero bueno. He pensado en hacer un grupo de Whatsapp para los que sigáis la novela y así poder hablar y manteneros más informados de todo, ¿qué os parece? Comentad si os parece bien y también opinad sobre el capítulo que quiero saber lo que os ha parecido, así que eso. Si veo que queréis en la próxima entrada ya daré mi número o algo para hacerlo. No creo que pueda escribir la semana que viene ya que está llena de exámenes y es mi cumpleaños, jeje (el 31, en Halloween, olé por mis padres) y nada eso es todo, os quiero y gracias por el apoyo. COMENTAAAAAAAAAAAAAAAAAAD.