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domingo, 24 de noviembre de 2013

Nothing like us {61}

Nuestros futuros hijos Sr. Bieber


Habíamos quedado en la casa de madera dónde se alojaban los abuelos de Justin y Pattie ya que era la más espaciosa para cenar todos juntos y, como de costumbre llegábamos tarde. Y lo mejor es que no teníamos ninguna buena excusa para nuestra demora. Seguramente se enfadarían un poco, nos habían dejado muy claro que esta noche querían puntualidad y no lo estábamos siendo para nada.

—     Pues les decimos que por el camino nos han atacado unos mapaches.
—     Que no Justin, que no. –me volví a negar ante esa estúpida idea- ay, estate quieto. –me quejé mientras intentaba hacerle bien el nudo de la corbata.
—     Me encanta la cara que pones cuando te concentras. –bajó sus manos por mis muslos.
—     Pues no hagas que me desconcentre. –reí mientras él besaba continuamente mi frente- ale, listo.
—     Tú turno. –subió de un tirón la cremallera de mi vestido.
—     Que bruto. –me quejé- como esta noche seas igual de bruto para todo.
—     Tal vez. –me dedicó una perfecta sonrisa.
—     Eh, el vestido lo quiero de una pieza que es caro. –le avisé.
—     Lo tendré en cuenta. –me besó dulcemente.

Cogimos nuestras respectivas chaquetas ya que a pesar del calor que hacía por el día, por la noche refrescaba bastante. Justin cerró con llave nuestro palafito, mientras yo a toda prisa acababa de ponerme el tacón derecho. Me agarré del brazo de Justin y a paso ligero casi corriendo nos dirigimos a la primera casita de madera.

En ese minuto de trayecto me quedé observando meticulosamente a mi chico. Tenía una gran sonrisa en la cara, vestía una americana dorada con detalles negros y una camisa a blanca, llevaba unos pantalones apretados negros a juego con la corbata y por último sus Supras doradas. Me devolvió esa mirada, y supuse que también debía estar observando mi belleza, se le notaba en la sonrisita tonta que tenía dibujada en la cara. Prácticamente es una bendición tener un novio así. (http://www.polyvore.com/hi_bb/set?id=101404537)


—     Llegáis tarde. –nos abrió la puerta Christian.
—     ¿Christian? –nos miramos sorprendidos Justin y yo.
—     ¡¡Sorpresa!! –apareció Caitlin detrás de su hermano.
—     ¡Chicos! ¿Qué hacéis aquí? –los abracé efusivamente- estáis guapísimos.
—     No han venido solos. –Ryan y Chaz también habían venido.
—     Pero… ¿qué es esto? –Justin estaba flipando.
—     Nuestro regalo de navidad. –asomó la cabeza Pattie, estaba preciosa.
—     ¿Entráis o qué? –nos hizo pasar la abuela de Just.

Después de saludar a toda la familia y a todos nuestros amigos al fin pudimos sentarnos para comer. La verdad es que había sido la mejor sorpresa de todas, por fin podríamos disfrutar de unos días como los de antes, cuando estábamos realmente unidos o si más no cuando Justin y yo teníamos tiempo para todo.
Nos esperaba una noche muy entretenida, cena con la familia, abrir los regalos y finalmente salir de fiesta todos juntos. Bueno, más bien sólo los ‘adolescentes’, los mayores se quedarían festejando la navidad allí mismo.


—     Casi no habéis comido, probad el pavo, está buenísimo. –mi abuela y su obsesión por hacernos comer.
—     Abuela hemos comido de todo lo que hay en la mesa. –suspiré cansada de comer- como coma más esta noche me tendréis que llevar rodando hasta la cama. –reímos todos.
—     _____ (tu abuela) tiene razón, va a sobrar muchísima comida. –se quejó Diane.
—     Es que, ¿para qué hacéis tanto? –replicó Justin.
—     Porque entre tú, Ryan y Chaz acabáis con un banquete entero. –nos hizo reír Pattie.
—     No os olvidéis de Jeremy. –rio Erin.
—     Bueno, que tampoco comemos tanto. –habló Ryan mordiendo un trozo de pavo.
—     Vamos. –río Pattie- cuando Justin está de gira tenemos que pedir comida para seis personas y sólo coméis vosotros dos. –reímos todos de nuevo, no habíamos parado de hacerlo en toda la noche.
—     De ahora en adelante tendréis que pedir comida para siete u ocho. –sonrió con ilusión Justin- _____ vendrá conmigo, ¿no?

Mis ojos se abrieron como platos, no por la sorpresa de la posible gira juntos, porque eso ya lo sabía, sino por el descuido de Justin de mencionarlo delante de mi padre, el cual no había sido informado de nada. Disimuladamente le pegué un codazo en las costillas para que parase de hablar del tema. Pilló la indirecta. En la mesa se formó un silencio sepulcral, Bieber me miraba con cara de arrepentimiento, se había dejado llevar por el entusiasmo y tampoco me iba a molestar con él por ello, pero temía a la reacción de mi padre. Lo miré llena de curiosidad, ¿Lo había dejado pasar? ¿Se había dado cuenta? ¿Iba a decir algo?

—     ¿Cómo? –preguntó mi padre confundido.
—     Mierda. –susurré mirando a Justin, éste me cogió la mano con fuerza esperando a que mi padre dijese lo que todos teníamos pensado oír, un rotundo no.
—     Tranquila cariño. –rio mi padre- ya lo hablaremos.
—     Tengo derecho a guardar silencio hasta que no tenga a mi representante aquí. –contesté de un tirón- espera, ¿qué? –reí.
—     ¿Cuándo continúa la gira? –preguntó de nuevo mi padre.
—     Pues en enero, seguimos por Estados Unidos y después nos vamos a Europa. –contestó muy nervioso mi novio.
—     ¿EUROPA? –pregunté alucinada- dios, adoro ese continente. Y Sud América, también es precioso, necesito ir.
—     Y que lo digas… las latinas son ca… -fulminé con la mirada a Justin.
—     Acaba la frase y no acabas Believe Tour en tu vida.
—     _____ saca las garras. –estalló a carcajadas Caitlin.
—     Cariño sabes que tú eres la mejor en todos los aspectos. –llenó mi cara de besos.
—     En todos los aspectos eh _____. –Christian se burlaba de mí.
—     ¡No me refería a eso! –se estresó Justin.
—     Ah, ¿o sea que en ese aspecto nada? –preguntó con curiosidad Chaz.
—     ¡Chaz Somers! –se enfadó Caitlin.
—     ¡Callaos! –grité al ver que toda la familia nos estaba mirando.
—     ¡Celosa! –me picó Ryan.
—     Ya te gustaría tener una novia como la mía. –se mofó mi novio.
—     Chicos, ¿os calláis? –volví a repetir al ver que todos se estaban riendo de esa conversación.
—     Como sois los jóvenes de hoy en día. –rio mi abuelo.
—     No abuelo, no creo que todos los jóvenes sean como nosotros. –imposible, nadie podía haber pasado todo lo que hemos pasado Justin y yo.
—     Creo que viene de familia. –rio Justin para luego contagiarnos su risa.

Seguimos hablando de tonterías, riendo, bromeando y esas cosas que se hacen en una cena de Navidad. Hasta que por fin llegó el postre, era una tarta enorme, ocupaba media mesa, de ahí tendríamos para comer por lo menos una semana. Vale que fuese navidad y que todos en ésta época comemos como cerdos, pero hay límites, aunque nuestras abuelas no parecen conocerlos.

Erin empezó a grabarnos a todos, quería hacer uno de estos típicos videos familiares que pasas años sin acordarte de que lo has hecho pero cuando lo encuentras no puedes parar de reír al recordar esa situación, pues eso. Jaxon y Jazzy querían ser los primeros en comer de esa deliciosa tarta, pero como no Justin quería hacerlos rabiar, así que confiadamente acercó su cara a la tarta para morderla. Hay que decirlo, fue algo tonto. Cuando faltaban milímetros para que su boca tocase la tarta en un hábil movimiento hundí su cara dentro del pastel, provocando las carcajadas de todo el mundo.

—     _____. –lentamente Justin levantó la cara de la tarta pronunciando con rencor mi nombre completo.
—     No creas que me asustas. –mentí.
—     Corre, corre como no has corrido en tu vida. –me amenazó.
—     ¡Vale sí, tengo mucho miedo! –grité empezando a correr alrededor de la mesa- ¡papá dile algo! ¡Pattie! ¡Jeremy!
—     _____ no corras, sabes que te cogeré.
—     Pero si hace dos segundos decías que corriese, bipolar. –reí mientras intentaba quitarme los tacones- una ayudita, por favor, chica en apuros. Godzila me persigue. –estallé a carcajadas sin apenas poder correr.
—     Ya eres m…

Antes de poder acabar la frase Justin  tropezó con uno de los tacones que había dejado por el suelo, haciendo que cayese encima de él debido a que me tenía agarrada por la cintura. Todos estallaron a carcajadas, se estaban riendo de nosotros y de lo torpes que éramos. Prácticamente una costumbre. Rodé por encima de Justin intentando zafarme de su brazo pero era imposible, éste aprovecho que estaba de caras y empezó a besarme bastamente. Sus intenciones no eran buenas, pretendía dejarme toda la cara llena de tarta y lo consiguió. Dejé de resistirme para devolverle beso por beso.

—     Parejita estamos en horario infantil. –se quejó Jeremy.
—     No me habéis ayudado, culpa vuestra. – intenté quitarme la nata de la cara- mirad como me ha dejado.
—     No deberías haber empezado. –besó mi frente Justin.
—     Idiota. –le susurré al oído.
—     Pero me quieres. –me susurró de tal manera para que sólo lo pudiese escuchar yo.
—     Te amo cariño. –le contesté en el mismo tono.
—     Secretos en reunión falta de educación. –llamó nuestra atención Jaxon, que tenía las manos llenas de tarta al igual que las comisuras de sus labios.
—     ¡Qué el enano se va a comer solo la tarta! –reí.
—     Y se quedará con hambre. –rio Jeremy.
—     Se parece a Justin. –siguió nuestras risas Pattie.


Al segundo Jaxon yacía con la cara dentro del pastel y adivinad quien había sido el gracioso de la broma. El mismísimo Justin Bieber. Con esto había provocado un agudo e insistente llanto del más pequeño de los Bieber.

—     ¡Drew! –le regañé cogiendo a Jaxon- no llores mi vida, ¿no has visto mi cara?
—     Justin eres un abusón. –le acusó Ryan.
—     Oye, que se lo merecía.
—     Eres de lo que no hay Bieber. –le fulminé con la mirada- como trates así a tus futuros hijos…
—     Nuestros futuros hijos Sr. Bieber.
—     Madre mía, ¿qué le habéis echado a la copa de Justin? –reímos todos.
—     Enserio tío, deja la droga. –estalló a carcajadas Chris.
—     Venga cielo, ya pasó, ¿vale? –besé la frente del pequeño- ¿vienes conmigo al baño y te limpio?
—     Sí. –contestó en una risita.
—     Yo también voy. –Jazzy se manchó a propósito para acompañarnos.
—     Vale enana, agárrate de mi mano. –besé su pelo.
—     ¿Con qué sobornas a mis hermanos? –me preguntó alucinado Justin.
—     Me quieren más que a ti. –cantuseé sacándole la lengua a mi novio- vamos, ven tú también.

Éste me hizo caso, sonrió ampliamente, me agarró de la cintura y caminamos torpemente hasta el baño. Senté a Jazzy y a Jaxon en el váter, yo me puse a limpiar a la primera y Justin al segundo. Para qué mentir, la imagen era muy tierna. Parecíamos un matrimonio con hijos y bueno, debo reconocer que me hacía ilusión, pero eh, aun éramos muy jóvenes, demasiado para pensar en nuestra descendencia.

—     ¿Te imaginas? –me miró Justin con los ojos llenos de brillo.
—     ¿El qué?
—     De aquí diez años, tú y yo limpiando y curando a nuestros hijos después de haber estado jugando en el parque. Una imagen parecida a esta.
—     Me has leído el pensamiento Bieber. –lo abracé con desesperación- jamás me dejes, por favor.
—     Oh cielo, que cosas tienes. –me acogió en su pecho- como dejar ir a mi vida.
—     ¡Qué asco! Sois muy cursis. –nos sacó la lengua Jazzy.
—     Tú lo que tienes es envidia.
Justin y yo reímos abrazando a los pequeños y llenándolos de besos. ¿Se podía pasar una navidad mejor que esta?

***

Después de limpiar a los pequeños nos limpiamos nosotros y yo me volví a maquillar y peinar. Después de acabarnos el postre y limpiar todo el estropicio nos dimos nuestros regalos de navidad, la casita se llenó de risas, de ilusión y de felicidad, Jazzy y Jaxon correteaban por ahí con sus nuevos regalos, los mayores hablaban de lo bonitas y sorprendentes que estaban siendo estas vacaciones y mientras nosotros nos disponíamos a salir de fiesta por Punta Cana.

Nos despedimos de todos y pusimos rumbo hacia el local donde habíamos decidido pasar la noche. No estaba muy lejos de donde nos alojábamos, tan sólo a unas manzanas. Habíamos hecho bien en elegir ese pub. Estoy segura que al acabar la fiesta mis pies agradecerían no tener que andar calles y calles, además había un atajo para llegar hasta allí.

—     No la lieis mucho, no quiero salir en periódicos. –nos avisó Justin.
—     Que cosas tienes, nosotros nunca la liamos. –replicó Caitlin.
—     ¿En Los Ángeles? ¿En la fiesta de Ryan? ¿En todas las fiestas que hemos celebrado? –nos recordó  Justin.
—     Eh, ¿cómo sabes lo de LA? –que yo sepa no había salido en ningún sitio.
—     _____ cielo, me entero de todo. –me miró duramente- aunque tranquila, si hubiese llegado a estar allí te juro que personalmente le hubiese partido la cara al imbécil que te tocó.
—     Oh… -me sonrojé al recordar aquella noche.
—     Tranquilo bro, lo hicimos Chaz y yo por ti. –rieron estos últimos.
—     No os paséis con el alcohol. –nos avisó Chris.
—     Es Navidad. –se excusó Ryan.
—     Siempre buscas alguna excusa para beber, tú. –reí.
—     Habló, no hay fiesta en la que no te hayas emborrachado.
—     Estamos acabados, eh. –carcajeó Caitlin.
—     ¿Qué tal si entramos? –propuso mi novio.

Nos abrimos paso entre la gente, algunas personas de las que estaban allí nos reconocieron, pero por suerte teníamos pase a la zona VIP, así que no había que preocuparse por mucho. Tan buen punto entramos en la zona VIP Ryan y yo nos dirigimos hacia la barra, pedimos lo que nuestros amigos nos habían encargado. Por parte de Justin una Coca-Cola, Chris y Chaz un vodka con Red Bull y Ryan, Caitlin y yo unos mojitos bien cargados, vamos que Justin era el único que no bebía.

Bailábamos, cantábamos, reíamos, bebíamos, era un no parar. Sobre todo para Ryan, Caitlin y para mí, que éramos los que más habíamos abusado del alcohol. Justin estaba totalmente sobrio y, bueno Chaz y Christian iban algo contentillos, en su punto. Pero para los que encabezábamos el ranking estaba siendo un desfase, sí, no sabíamos controlarnos.

—     And we can’t stop. –grité como una posesa.
—     And we won’t stop. –Caitlin siguió la canción y empezamos a hacer twerking.
—     _____. –me llamó la atención Justin- se te está viendo la ropa interior, para.
—     Caitlin, cerda. –la insultó su hermano.
—     Tu enano, cállate si no quieres que te deje la cara plana. –rio mi mejor amiga.
—     ¿A quién tengo que pegar? –me apoyé en su hombro decidida a empezar a repartir hostias.
—     Se supone que a mí. –me desafió Christian.
—     Por qué me están aguantado q… -paré de hablar, la música que estaba empezando a sonar me sonaba muchísimo- ¡OH, DIOS MÍO JUSTIN, ES BEAUTY AND A BEAT! ¡VAMOS A CANTARLA, VAMOS, VAMOS!

Como una loca salí de la zona VIP y empecé a apartar a la gente a empujones para llegar hasta el DJ que estaba pinchando la canción. Si hubiese estado sobria nada de eso hubiese pasado, normalmente no me gusta llamar la atención, pero cuando voy en ese estado parece que ese es mi punto fuerte.

Le grité al DJ que me dejase pincharla, que me dejase cantarla, bailarla, lo que fuese pero que me dejase subir ahí para disfrutar de alguna manera esa canción. El joven muchacho rio y para mi sorpresa asintió, parece que me conocía. Con ayuda subí a la cabina en donde se producía la música, todo se paró y el muchacho empezó a hablar.

—     Parece que hay alguien que os quiere hacer un pequeño regalo de Navidad. –anunció- ____ ____ nos va a cantar Beauty and a Beat de Justin Bieber.
—     Hola. –dije en inglés haciendo el símbolo de la paz con la mano derecha y sonriendo como una boba.
—     _____ baja de ahí. –me regañó Justin.
—     ¡ERES LA PUTA AMA! –gritaba Caitlin como una desesperada.
—     ¡____, _____, _____! –Ryan vitoreaba mi nombre.

***

Al final acabé por cantar la canción y por pinchar unas cuantas junto a Justin aunque yo no tenía ni la más remota idea de cómo funcionaba una tabla de mezclas, pero por suerte Bieber sí. Al final todos se animaron, mientras Justin ponía música Ryan y yo bailábamos en una barra haciendo el gamba, Chaz y Caitlin improvisaban una pésima canción con el micro que nos había dejado John el muchacho que ponía la música y bueno perdí de vista a Christian. En resumen, nos hicimos con la discoteca hasta que nos empezaron a acosar demasiado y tuvimos que abandonar el local.

—     Chrisssssstian. –abracé a mi amigo- ¿dónde te habías metido?
—     Estaba enganchando bolas de papel mojadas en el baño. –todos estallamos a carcajadas.
—     Dios, dime que no es verdad. –me tiré al suelo, no podía continuar de la risa- creo que me he hecho pis encima.
—     Dime que no es verdad. –Caitlin fue la siguiente en caer al suelo, pero no por la risa, sino por su torpeza.
—     Chicas a casa ahora mismo. –nos miró seriamente Justin.
—     ¡Qué dices melón! ¡Vamos a la playa! –me levanté como pude y me quité los tacones.
—     ____, no, a casa.
—     ¡El último en llegar pierde! –ignoré las palabras de mi novio y me eché a correr.

Ryan fue el primero que me siguió, empezó a desvestirse mientras corría, veía sus intenciones, quería bañarse en la playa y oye, era una muy buena idea. Pero pensé en Justin, tal vez se mosquearía, estas vacaciones habían sido planeadas para pasar más tiempo juntos y no estábamos teniendo mucha intimidad.

—     ¡Venga, ¿qué haces que no te bañas?! -Drew me cogió como un saco de patatas.
—     ¡Justin, el vestido! Te he dicho que lo quería de una pieza, bipolar. –reí intentando zafarme de su agarre.
—     Tienes razón, tienes razón. –me bajó al suelo y de un tirón me bajo la cremallera- ale lista. –volvió a cogerme y a correr hacia el agua.
—     ¡SOCORRO! ¡BIEBER QUIERE SERSO CONMIGO DENTRO DEL AGUA! ¡QUE ALGUIEN LO PARE! ¡QUE ME VIOLA! –todos empezaron a reír, incluso Justin.
—     Cariño, que jamás haría el amor contigo estando tú en ese estado.
—     Pues yo estoy cachonda perdia’. –bromeé.
—     A ti lo que te pasa que has bebido demasiado.

Y dicho esto me sumergió en el agua junto a él. Dejé ir un agudo grito que hasta los que estaban en la superficie podían haberlo oído perfectamente. Ahogué a Justin varias veces, me enrosqué en su espalda, en su cintura, en diferentes ángulos para poder tener el control bajo él y que así éste no se pudiese vengar.
Al rato llegaron todos los chicos que se habían desecho de sus ropas quedándose todos en ropa interior y venían  a por guerra.

—     Christian se te cae el moquillo.- me burlé.
—     ¿Qué dices? –se asustó y empezó a sumergirse para intentarse limpiar algo que me había inventado.
—     Que ingenuo eres. –reí para sumergirlo en el agua.

Chris tiró de mi pie haciendo que me sumergiese dentro del agua sin darme tiempo a coger aire. Para colmo empecé a reír, pero algo iba mal. Mi pie se había quedado enganchado con alguna cosa o algo me estaba sujetando fuertemente. Me asusté, me asusté muchísimo y empecé a gritar, intenté subir con todas mis fuerzas a la superficie pero todo esfuerzo era en vano. Me faltaba la respiración, me asfixiaba, tenía ese sentimiento de claustrofobia sobre mis hombros, no aguantaba.

Caí inconsciente.


|NARRADOR|

Christian esperaba impaciente a que _____ volviese a salir a la superficie para hundirla una vez más. Pero lo que el muchacho no sabía es que su amiga no volvería a salir del agua por sí sola, necesitaba ayuda y si alguien no acudía pronto a por ella la noche podía acabar muy mal.

Justin fue el primero en darse cuenta. Notaba la ausencia de su novia, aunque sólo hubiesen pasado dos minutos, echaba en falta su melodiosa y pegadiza risa y sabía que algo no iba bien, lo presentía.

—     ¿Y _____? –gritó.
—     Creo que quiere que nos preocupemos. –se encogió de hombros Christian tan extrañado como sus otros amigos.
—     No, no, algo no va bien. –se desesperó el novio- ¿por qué cojones no sube a la superficie?

Pero no era momento de preguntas, el muchacho de ojos miel se sumergió en el agua en busca de su novia, y aunque era de noche, la luna alumbraba lo suficiente para poder distinguir el cuerpo de la chica inmóvil.
El corazón de Justin se paró, no puede estar pasando se repitió una y otra vez a sí mismo. Pero de nada le servía, sí, estaba pasando y le estaba pasando a él.

Con la ayuda de todos lograron sacara la chica con cuidado del agua, sin movimientos bruscos pero lo más rápido posible. La extendieron en la arena y la rodearon.

—     Llamad a una ambulancia. –gritó en un horroroso y doloroso llanto Caitlin.
—     Tenemos que hacer algo ya. –Ryan contempló con lágrimas en los ojos el inmóvil cuerpo de la chica- ¿alguien sabe primeros auxilios?
—     Tiene pulso. –informó Chaz.
—     Pero no respira, joder. –gritó Justin.

Las lágrimas inundaban los ojos de todos los presentes, debían actuar, debían ser fuertes. Pero, ¿cómo serlo si una de las personas más importantes de su vida se les estaba yendo?

El primero en actuar fue Justin, a pesar del dolor que sentía en su pecho y de las ganas que tenía de ser él el que no respirase empezó a reanimar a _____.

—     Vamos cielo. –lloró desconsoladamente- por favor, por mí, respira, muévete, sonríeme, por favor.


____________________________

Hola unicornios morados, pues sí, he vuelto a tardar dos semanas y sí, por la misma excusa. Estoy en las DOS ÚLTIMAS semanas de exámenes y bueno estoy muy estresada, pero he buscado un rato libre para escribir. No os podéis quejar del capítulo, eh. Sé que os voy a dejar con la curiosidad de lo que sigue, pero sólo por dos semanas. En cuando acabe los exámenes capítulo. Y después NAVIDAD Y OS ESPERA UN PEDAZO DE MARATÓN, ¡PINKYPOMISE! Enserio, ya veréis.

Nada, deciros que si queréis me podéis dar ideas de lo que queréis que pase o situaciones que os gustarían que pasasen y yo las meto en la novela, ¿vale? No os cortéis que a mi me encanta que me deis ideas enserio. Leo todos los comentarios y enserio, tengo en cuenta todo lo que me pedís.


Como siempre gracias por todo chicas, sin vosotras nunca hubiese seguido adelante con esto, enserio, gracias por el apoyo. Os pediría que comentaseis mucho, mucho, mucho y que si podéis recomendéis la novela ya sea por twitter, blogs o páginas que tengáis, pls ILY<3 .

jueves, 7 de noviembre de 2013

Nothing like us. {60}

¿Eres feliz?


Después de la noticia la familia de Justin nos miraba de forma extraña. Debo reconocer que nos sentíamos algo estúpidos sosteniendo esos billetes de avión sin apenas alguna reacción por parte de nadie. No era tan extraño, sólo queríamos unas mini vacaciones fuera de Stratford, todos juntos. Aunque bueno, según Justin eso no eran unas vacaciones familiares, quería intimidad conmigo y quería pasar el mayor de tiempo a mi lado, así que más o menos iríamos un poco por nuestra cuenta.

—     Así que nos vamos a Punta Cana. –habló asombrada Diane.
—     ¿Todos? –preguntó con la misma cara de asombro Erin.
—     Todos. –contesté yo- también viene mi familia. –expliqué algo cortada.
—     ¿Enserio? Es increíble chicos. –se emocionó Pattie- ¿lo habéis pensado bien?
—     En realidad lo pensamos en menos de un minuto pero…
—     ¡Justin! –le pegué una buena colleja para que se callase- claro que lo hemos pensado bien, es navidad y además, también es una buena oportunidad para ver a mi familia y que os…
—     Conozcáis, estrechéis lazos, salgáis a ver Punta Cana, etc. –acabó mi frase Justin. Aunque no iba a decir del todo eso.
—     Y vosotros cuidéis a Jazzy y Jaxon, ¿no? –bromeó Jeremy.
—     Papá… -se quejó el primogénito.
—     Era una broma, os dejaremos solos, tenéis que…
—     Tatatata tema aparte, ellos vendrán con nosotros. –se indignó Pattie.
—     Mamá, hemos cogido un palafito aparte. –le informó su hijo. Un palafito son esas pequeñas casitas o bungalows que están encima del agua, suelen ser de madera.
—     Joder Justin esa información en este momento sobraba, que parecemos putos ninfómanos o algo tío. –grité estresada por la situación.
—     Papi, ¿qué quiere decir ninfómana?
—     Ah… -Jeremy me miró algo mal.
—     Nada cielo nada, quería decir napolitana… sí, que parecemos napolitanas. –dije lo primero que me vino a la cabeza, ¿qué decirle a una niña de cinco años?
—     ¿____?
—     No es momento de opinar Justin. –le volví a pegar.

Por suerte, todo acabó en risas y el tema quedó zanjado. Todos habían aceptado venir a Punta Cana. Después de esto informamos a mi familia, los planes eran algo precipitados, sí, pero habían sido planeados ese mismo día y en medio de un ataque de risa, así que supongo que en esos momentos no nos habíamos dado cuenta de la seriedad de la situación, nuestras familias se conocerían, bueno, una pequeña parte de las familias. Aun así, mis abuelos, hermano y padre acabaron aceptando la invitación así que en unas horas partiríamos. Sí, no digáis nada, muy precipitado.

—     Vamos a comprar algunas cosas para el viaje. –nos avisaron nuestros mayores algo estresados por la poca antelación que habíamos tenido en avisar.
—     Vale. –alcé los pulgares hacia arriba con una gran sonrisa.
—     ¿Venís? –preguntó Bruce.
—     No, seríamos molestia. –contestó Justin- hemos ido a comprar esta mañana, además, tenemos que hacer las maletas, ____ tarda horas.
—     Eh. –le golpeé en el hombro- no te pases.
—     Pues entonces ordenad la casa. –nos pidió Pattie.
—     A sus órdenes madre. –Justin la saludó como un soldado.
—     Cada día más tonto hijo. –repliqué mientras negaba con la cabeza.
—     De las collejas que me metes, no te jode.
—     Esa boca Bieber. –lo regañó su abuela.
—     ¡Abuela, ha empezado ella! –ahí iba una de sus rabietas.
—     Marchaos, seguirá así horas como le deis bola. –reí disimuladamente junto a todos, menos Justin, claro.  
—     Portaos bien. –nos miró raro Pattie.
—     Cla-claro. –respondí algo cortada.

El golpe de la puerta al cerrar nos indicó a Justin y a mí que nos habíamos quedado completamente solos. Pude notar la risa juguetona de mi novio, incitándome a besar sus labios. Se los relamía sin parar y eso me mataba por dentro. En esos momentos tenía claro que nuestros planes no eran hacer las maletas y ordenar un poco la casa. Por la mirada de Justin deducía que quería empezar por enseñarme algo mejor toda la casa y por sus manos inquietas deducía que acabaríamos haciendo aprisa una cama intentando calmar nuestros cabellos.

—     Hacer maletas. –intenté no reírme.
—     Ordenar la casa. –se encogió de hombros.
—     Y… ¿por dónde empezamos? –me mordí el labio inferior mientras me acercaba más y más a él.
—     ____ no provoques. –dijo frustrado mi novio- demasiada tensión no resuelta.
—     ¿Por qué tardas tanto en quitarme la ropa? –carcajeé mientras me abalanzaba sobre él.


Justin y yo no habíamos tenido la suficiente intimidad estos días no éramos libres para hacer lo que quisiésemos en el momento que quisiésemos. A ver, ¿para qué engañarnos? Después de lo que pasó en Paris era imposible no querer repetir escenas así una y otra vez. Somos jóvenes, nos queremos y nos atraemos, pero no tenemos la intimidad que un adolescente normal tendría junto a su pareja.

Me enrosqué en la cintura de Justin y lo besé tiernamente aunque con un toque de desesperación. Éste sin dificultad alguna subió las escaleras y entró en una de las habitaciones de la casa, era la de los invitados, en estos momentos la mejor habitación ya que hacer estas cosas en su habitación hubiese sido algo incómodo, uno por la cama individual de Justin y dos por el montón de posters que tiene de sus ídolos parece que todos te sigan con la mirada. Supongo que así se tiene que sentir una Belieber.

Justin me lanzó a la cama suavemente, reí. Como lo amo. Se tumbó encima de mi sin ejercer mucho peso y empezaron las caricias. Metió sus manos por debajo de mi camiseta y masajeó mi espalda hasta llegar al sujetador. Se deshizo de él con facilidad.

—     Vaya, aprendes rápido Bieber. –besé la punta de su nariz mientras reía.

Los siguientes acontecimientos me dejaron algo en shock. En vez de que Justin me quitase la camiseta delicadamente la partió en dos, sí, sí, como leéis, en dos. Beso mi torso desnudo y el primer gemido salió de mis labios, Justin me traía loca, era y es mi perdición. Prosiguió con mis pantalones, que al intentar quitarlos de un tirón se rajaron de algunos lados, sí, sí, flipad.

—     Joder, o estás muy desesperado o me has ocultado que has estado yendo al gimnasio. –reí y volví a besar sus labios.
—     Lo siento cielo, enserio te compraré unos pantalones nuevos. –estalló a carcajadas.
—     No creo que pueda romperte la ropa de esa manera. –lo avisé para después empezar a descamisarlo.

Con su ayuda le quité la camiseta dejando su perfecto y musculado torso desnudo, expuesto a futuros chupetones por mi parte.

—     ____ no me marques, a mamá no le gustará.
—     Pero a ti sí. –le leí la mente- y lo sabes. –fui dejando una hilera de besos por su torso hasta llegar a su cuello, donde proseguí con mi tarea de dejarlo marcado.
—     Sabes que habrá venganza.
—     Sht, no tenemos mucho tiempo. –lo callé con un beso.

Con un ágil movimiento le quité los pantalones a Justin haciendo que quedásemos en igualdad de condiciones. Pronto estábamos desnudos al completo y debo de confesar que algo nerviosos.

En segundos Justin estaba dentro de mí, como de costumbre me aferré a su ancha espalda y dejé reposar mis manos en ella mientras él dejaba reposar las suyas en el colchón para no ejercer peso sobre mí. Cerré los ojos para disfrutar de ese tremendo placer. Justin iba subiendo el ritmo, cada vez más y más, parecía que no hubiese mañana, sus embestidas aumentaban de velocidad y de fuerza haciendo que perdiese el conocimiento completamente.

—     Justin… -articulé en una mezcla de gemido y grito- ah… -clavé mis uñas en sus omoplatos a causa de tanto placer- te… quiero.
—     Y yo mi vida. –me besó con ternura disminuyendo las embestidas.
—     No pares. –enredé mi lengua con la suya acariciando sus muslos.

Lo besé con desesperación pero a la vez con un toque de ternura. Las manos de Justin recorrieron todo mi torso hasta llegar a mis muslos, se aferró a ellos y volvió a subir el ritmo. Erguí mi espalda para poder sentirle más cerca y este aprovechó el momento para empezar a marcarme el cuello, no dije nada, Justin paro. Llegamos al clímax.

Orgasmo.


—     Te quiero cariño. –se tumbó entre jadeos Justin.
—     Uf… y yo. –reí con dificultad.

Estábamos exhaustos, hacía tiempo que no disfrutábamos tanto un momento así y aunque estuviese de muy buen humor las pocas ganas de hacer las maletas y ordenar la casa me superaban. El bueno de mi novio me obligó a ponerme la ropa interior aunque luego permitió que me quedase dormida mientras él iba a hacer algo que no logré entender debido a mi sueño. Aunque prácticamente no tuve mucho tiempo, literalmente fue un abrir y cerrar de ojos cuando escuché que la puerta de abajo se estaba abriendo.

—     ¡Mierda! –grité medio dormida mientras me vestía con la ropa que encontraba por el suelo. Hecha añicos por cierto.

A toda prisa me hice un moño flojo y empecé a hacer la cama a la velocidad de la luz. Desde la habitación de invitados escuchaba los quejidos y murmurios de Justin. Mierda, ¿cómo leches ordeno esto? Repetía una y otra vez. A pesar de la situación no pude evitar mofarme de mi novio, era un caso. Pero joder, para caso yo. Iba con la ropa despedazada, mi pelo estaba completamente despeinado y mi cara no era la mejor. ¿Cómo íbamos a solucionar todo esto? Éramos unos irresponsables, además, sumadle las marcas que llevábamos en el cuello. Olé.

—     ¿Qué hacemos? –Justin abrió la puerta de sopetón.
—     He hecho la cama. –me encogí de hombros.
—     Están subiendo ____.
—     ¿Y a mí qué me cuentas? –me encogí de hombros sin saber muy bien que hacer.
—     ¡Métete en mi habitación! No te pueden ver así con esas ropas. –empezó a descojonarse.
—     ¡Imbécil! Tanto tarzán, tanto salvajismo, tanto romper.
—     Va, joder. –me empujó fuera de la habitación.

Salimos corriendo de la habitación rezando para que no me viesen en esas condiciones tan… ¿malas? Habíamos cruzado todo el pasillo corriendo y cuando estábamos a punto de entrar en la habitación de mi novio. Obviamente, nos acabaron pillando.

—     ¿Lo tenéis todo listo? –la voz de Pattie hizo que diésemos un pequeño respingo.
—     Ah… sí, sí. –contestó Justin sin girarse.
—     ____, ¿qué le ha pasado a tu ropa? –Pattie obligó a girarme descubriendo lo que habíamos intentado ocultar.
—     Me… atacó un… ¿mapache? –me llevé las manos a la cara, la peor mentira de mi vida.
—     ¿Un mapache? –preguntó Pattie horrorizada- pero, ¿cómo? ¿dónde está? ¿te ha hecho daño?
—     Entró por la ventana mamá, todo está bien, ala, fuera, fuera. –Justin tiró de su madre para que volviese por donde había venido- aquí no hay nada que ver, sólo se tiene que cambiar de ropa.
—     Pero Justin, podría tener rasguños graves los mapaches pueden tener la rabia, pero, ¿cómo era?
—     Parecido al mapache disecado del abuelo. –se inventó Justin.
—     ¿El que le rompiste una pata? Y Justin es un zorro. –su madre respondió contrariada y sin entender nada.
—     Mamá fue Nolan. –se hizo el indignado, sabiendo muy bien que había sido él- vamos, mamá no nos entretengas más, no ha pasado nada, un pequeño accidente de… mapaches.
—     Enserio Pattie, estoy bien, sólo ha sido… algo raro. –somos los peores mentirosos que hay en la faz de la tierra.

A duras penas por tener que aguantarnos la risa entramos en el cuarto de mi novio y ahí estallamos a carcajadas. Justin se tiró al suelo y dejó que su fuerte y melodiosa risa se propagara por toda la habitación, yo me apoyé en la pared a causa de mi poco equilibrio debido a las risas, parecíamos dos niños pequeños los cuales se acababan de salvar de una buena travesura –con la mentira menos creíble de este mundo-.

—     ¿Mapaches? –volvió a carcajear Jus.
—     Y tú, ¿le sigues echando la culpa a Nolan? –pregunté incrédula.
—     La peor mentira. –empezó a hacer la croqueta por el suelo.
—     Pobre Pattie. –me empecé a quitar la ropa, iría a la basura.
—     Es muy inocente, con mi padre no creo que cuele.
—     Esperemos que se les olvide con todo lo del viaje. –crucé los dedos aun riendo.
—     ____, ¿cómo iban a olvidar que un mapache te ha atacado? –empezó a reír de nuevo- es que no puedo, tío, es de locos.
—     Bueno, si tanta gracia te hace te toca a ti ir abajo y convencer a todos de que es una cosa sin importancia y que han de olvidar. –besé la punta de su nariz.
—     Eh, no me dejes sólo en esto. –se quejó- llevo marcas por todas partes, parece que el mapache me haya atacado a mí.
—     Lo siento cielo tengo que ir a la ducha y hacer mi maleta. –me mofé de él- a por ellos Tarzán. –carcajeé mientras entraba al baño.
—     ¿De quién me he enamorado? –preguntó retóricamente Bieber con una sonrisa tierna en la cara mientras con la cabeza.


***


El vuelo había sido algo largo, pero debo reconocer que me lo había pasado en grande. Jazzy y Jaxon habían sido unos cielos y ni os imagináis lo que me he llegado a reír con ellos, simplemente son increíbles, al igual que toda la familia de Justin. Aunque durante el vuelo uno unos minutos incómodos, la gran curiosidad de la familia por saber que nos había pasado con ‘un tal mapache’. No sé cómo lo hicimos pero desviamos el tema y luego nos hicimos los dormidos para que no volviesen a preguntar. Sí, así de normales somos.

En el aeropuerto me esperaba mis familiares, que habían llegado antes que nosotros. Debo reconocer que estaba nerviosísima pero a la vez muy feliz, íbamos a pasar la cena de navidad todos juntos e iba a ser genial.


—     Madre mía, estoy sudando lo que no está escrito. –Justin se tiró el pelo hacia atrás con más nervios aun.
—     Les encantarás, le encantas a todo el mundo Justin, eres un amor de persona. –lo cogí de la mano mientras buscaba  mi padre con la mirada- ¿la barriga removida? –lo deduje. Así es como me sentía yo a la hora de conocer a su familia.
—     ¿Sólo removida? Parece que dentro de ella estén haciendo un puto Harlem Shake. –posó su mano sobre su estómago- madre mía, hasta estoy mareado.
—     Eres un caso cielo. –empecé a reír mientras besaba la comisura de sus labios- ¡qué estamos en la República Dominicana! –me puse a saltar como una loca.
—     ¡Punta Cana! –Jaxon me imitó pero éste se fue corriendo de verdad.
—     ¡Jaxon! –gritamos Justin y yo al unísono al perderlo de vista.

De sopetón dejamos las maletas y nos pusimos a correr detrás de él. Jazzy corría detrás de nosotros pensando que estábamos jugando y los padres de ésta corrían detrás suyo para que no se perdiese que a la vez corrían Pattie, Diane y Bruce para no perdernos a nosotros. Y ¡PAM! Todos de bruces contra el suelo. Bueno, sólo Jaxon, Justin, Jazzy y yo.

—     Levantaos de encima. –intenté deshacerme de las tres personas que tenía encima- ¡animales!
—     Tranquila, estamos bien. –rio Justin.
—     Drew que no puedo respirar. –carcajeé.
—     No me llames Drew.
—     Jazzy haz más fuerza. –la incitó Jaxon.
—     ¡No, que no os invito a helados chavales!
—     Levantaos, enserio. –me quejé de nuevo.
—     No hasta que me des un beso. –se mofó Justin.
—     Bieber, ¿así es como tratas a mi hija? –oí la voz de mi padre detrás de mí.
—     Eh, oh, no, no, no, no. No es lo que parece señor _____. –se levantó rápidamente mientras se dirigía a mi padre.
—     ¡Papá!

A duras penas logré levantarme del suelo y fui corriendo a los brazos de mi padre. Me abalancé sobre él, nos abrazamos fuertemente y ni si quiera me dio tiempo a darle dos besos que ya tenía al enano de mi hermano tirando de mi mano para que le viese.

Lo cogí en brazos, y lo estrujé contra mí, como lo había echado de menos no quiero imaginar cómo será cuando esté de gira. Lo besé repetidas veces, dejándole la cara llena de carmín. Sí, admito que se me cayó alguna que otra lagrimilla, sobre todo al ver a mis abuelos allí, hacía tantísimo que no los veía.

—     ¡Abuelos! –los abracé a los dos.
—     Hija, estás guapísima. –empezó a llorar mi abuela- cada día te pareces más a tu madre.
—     Abuela… -me quejé. Ese no era momento para llorar- habéis rejuvenecido unos años, eh pillines.
—     Madre mía, ¿nos hemos encogido? –se sorprendió mi abuelo al ver que era más alta que ellos.
—     No abuelo, son los tacones que llevo. –reí mientras los volvía a abrazar.
—     ¿Y cómo andas con eso? –se llevó una mano a la boca mi abu- madre mía señor, que modas. –en el fondo sabía que le gustaba- y dime, ¿dónde está ese novio tuyo?
—     Abuelos este es Justin. –lo arrastré hasta ellos- Justin ellos son ____ y ____.
—     Un placer. –sonrió Justin. Y ale, ya se los había ganado.
—     Ay, en mis tiempos no había muchachos como este, eh.
—     ¡Abuela! –me tapé la cara por la vergüenza.
—     ____ (tu abuela) que es muy joven para ti. –murmuró mi abuelo.
—     Bueno cariño, esta es mi normal familia. –le susurré a Justin.
—     Más normal que la mía, es.


***


Estaba muy feliz, nuestras familias se habían llevado a la perfección, enserio, estaba siendo el día más feliz del año. Alex estaba encantadísimo de estar con Jazzy y Jaxon, podía jugar con ellos siempre que quisiese, mi padre hablaba de cualquier cosa con Jeremy, se llevaban bastante bien pero con la que mejor se llevaba era con Pattie, nuestros abuelos habían encajado. El mío le hablaba a Bruce sobre las guerras que había en sus tiempos y Bruce le hablaba de pesca y Diane y mi abuela cotilleaban y de cualquier cosa. Y bueno Justin y yo, tal para cual. Discutiendo sobre si el iPhone de Justin era resistente al agua o no. Supongo que ya sabréis como acaba esto.

Bueno resumiendo, que desde el aeropuerto un gran coche tintado, de color blanco nos llevó hasta los palafitos dónde nos alojaríamos. Eso era el paraíso. P e r f e c t o.


Justin y yo nos miramos, este viaje prometía, incluso más que Paris. Teníamos para nosotros solos una pequeña casita de madera, sinónimo a intimidad. Pero también podíamos disfrutar de la compañía de ambas familias, además en Navidad. ¿Qué más podíamos pedir? Eso sí era un viaje completo.

—     Entonces, ¿cómo nos repartimos? –preguntó intrigado mi padre.
—     Hay cuatro casitas. –mi aportación inteligente.
—     Papá, Erin y mis hermanos en uno. –concretó Justin.
—     Pattie, Diane y Bruce en otro. –deduje yo.
—     Quedan dos. –me miró Justin esperando a que decidiese.
—     Papá, mi hermano y mis abuelos en uno y tú y yo en otro, ¿no? –dije algo cortada.
—     Perfecto. –sonrió Justin- quien no esté de acuerdo que hable ahora o calle para siempre.
—     Eh… -mi padre, Pattie y Jeremy iban a intervenir.
—     Sí, imaginaba todos muy contentos. –Justin no les dejó hablar- vamos a instalarnos.
—     ¡Estamos en Punta Cana! –grité con euforia.
—     Luego pegáis un grito a la hora de cenar. –rio Justin- que os sentiremos todos.

Me encogí de hombros mirando a todos los presentes allí, todos nos echamos a reír, Justin es de lo que no hay, y por eso le amamos. Antes de que desapareciésemos con las maletas escuchamos unos cuantos gritos del tipo ‘Usad protección’ ‘Las paredes escuchan’ que hicieron quedarme algo preocupada. Repito y confirmo, nuestras familias no son normales.


—     Si hay litera me pido arriba. –dijo entusiasmado el infantil de mi novio.
—     Idiota. –me eché a reír.
—     ¿Eres feliz?
—     Soy más que feliz, ¿y tú? ¿lo eres?
—     Jamás nadie me hizo sentir así.


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¡¡Hola amores míos y sólo míos!! Siento mi tardanza, exámenes. MUCHOS. EXÁMENES. Pero aquí está el capítulo, más interesante que el anterior, lo sé. Espero que os guste. Próximamente escribiré capítulos más “picantes”, algunas lectoras me lo han pedido, dicen que le falta ese toque a la novela así que yo soy todo oídos y acepto cualquier propuesta, ¿vale? Ya me diréis que os parece, siempre me ha dado cosilla escribir del tema porque no quiero ser muy vulgar pero quiero que tenga ese toque perverso JAJAJAJAJA, ya me entendéis. Así que nada, aquí tenéis el capítulo e intentaré subir antes, que creo que esta vez cumplo promesa, una semana más o menos.

Leo TODOS los comentarios y me gustan muchísimo, como cuando me decís que canciones describen a ____ y Justin o lo que os parece o que os encanta o cuanto me queréis (como yo os quiero a vosotras) y eso.


Y no sé qué deciros más, que comentéis muchísimo, que os suscribáis que votéis, bla bla bla y que me saquéis una sonrisa por todo el esfuerzo que hago y que nada, que os quiero mucho, que sois geniales cada una de vosotras <3.